Estudio revela los factores que potenciaron la inundación y aluvión de Chañaral en 2015
Tiempo de lectura: 2 minutos Un nuevo estudio científico revela cómo la acumulación de relaves mineros y la topografía de Chañaral amplificaron la devastación del aluvión de 2015, lo que ofrece lecciones cruciales para la planificación urbana y la gestión de riesgos en zonas áridas.
Hace una década, el norte de Chile sufrió uno de los desastres naturales más impactantes de su historia reciente: el aluvión de Chañaral en marzo de 2015. Intensas lluvias provocaron el desborde del río El Salado, arrasando con la ciudad y dejando al descubierto la vulnerabilidad de la planificación urbana frente a eventos climáticos extremos.
Una investigación liderada por Cristian Escauriaza, investigador del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN) y académico de la Pontificia Universidad Católica de Chile, publicada a fines de 2024, analiza las causas que agravaron este desastre, destacando el rol de los relaves mineros y la topografía.
El estudio, titulado «Efectos antropogénicos sobre los riesgos de inundaciones en una cuenca hiperárida: las inundaciones de Atacama de 2015», utiliza modelaciones numéricas y reconstrucciones de los flujos para comprender la dinámica del aluvión.
A pesar de la escasez de datos y la complejidad del terreno, la investigación identificó factores clave que intensificaron el impacto del evento:
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Topografía: La forma del terreno preexistente a la inundación contribuyó a la expansión de la zona afectada.
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Relaves mineros: La acumulación de relaves mineros modificó el cauce del río, canalizando el flujo con mayor fuerza y velocidad, lo que incrementó la devastación. La presencia de edificaciones cerca del río agravó aún más este efecto.
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Precipitaciones extremas: Las lluvias, sin precedentes en 44 años en la cuenca del río Salado, fueron el detonante del desastre. El investigador Escauriaza explica que el fenómeno meteorológico conocido como «baja segregada» generó condiciones de inestabilidad atmosférica que propiciaron las intensas precipitaciones en esta zona hiperárida.
La necesidad de una planificación urbana responsable
La investigación de Escauriaza subraya la importancia de considerar la acumulación de relaves en la evaluación del riesgo de inundaciones. «Cuando hay material acumulado en los cauces, se intensifican los efectos de las inundaciones», afirma el experto. Esto aumenta la exposición de viviendas e infraestructura y altera el flujo natural del agua, incrementando el potencial destructivo de las crecidas.
El estudio también critica la falta de obras de mitigación previas al desastre, atribuyéndola a la falta de información y análisis que condujo a decisiones erróneas en la expansión urbana de Chañaral. Escauriaza enfatiza la necesidad de incorporar el conocimiento sobre las condiciones hidrológicas e hidráulicas en la planificación urbana de zonas susceptibles a inundaciones, especialmente en regiones áridas como Atacama.
Por otro lado, la geóloga Francisca Roldán, investigadora de CIGIDEN y académica de la Universidad Católica del Norte (UCN), enfatiza que, a pesar del tiempo transcurrido, aún quedan lecciones por aprender.
En conversación con Cooperativa Ciencia, la geóloga destaca la falta de comunicación efectiva entre las entidades de alerta meteorológica y la comunidad. «Si bien hay distintas herramientas para que la gente se informe, no las usamos mucho», advierte e insta a la población a consultar las alertas meteorológicas en la Dirección Meteorológica de Chile, SENAPRED (ex ONEMI) y otras plataformas.
Asimismo, Roldán destaca la importancia de los planos de evacuación, actualizados en 2019, y la necesidad de conocer las zonas seguras en caso de emergencia. «Si bien las autoridades pueden entregar herramientas, la primera reacción es de la comunidad«, concluye.