¿Qué tienen en común el viagra, el microondas y la penicilina?: El azar en sus descubrimientos

Tiempo de lectura: 2 minutos Un nuevo libro explora cómo el azar, combinado con la perspicacia de grandes mentes, ha impulsado algunos de los descubrimientos científicos más importantes, demostrando que a veces, el mayor avance se encuentra donde menos se espera.
La viagra, la penicilina, el microondas e incluso los rayos X tienen algo en común: su descubrimiento fue producto de la serendipia, esa casualidad que permite encontrar algo valioso mientras se busca otra cosa. Mireia Ortega, demuestran que la ciencia, al igual que la vida, está llena de oportunidades inesperadas que solo las mentes preparadas pueden aprovechar.
Desde el fósforo blanco hasta el velcro, pasando por la anestesia y los rayos infrarrojos, la historia de la ciencia está plagada de descubrimientos accidentales. Estos hallazgos fueron recopilados en el libro «La Ciencia y el Azar» de la científica y divulgadora española, Mireia Ortega.
Algunos ejemplos son la anécdota de la manzana de Newton que, si bien, no dio origen a la teoría de la gravedad, sí sirvió como inspiración para su desarrollo. La anestesia, inicialmente rechazada por algunos como una práctica satánica, también surgió del azar hace 160 años y hoy es fundamental en la medicina.
«La existencia del factor suerte en todos los descubrimientos relatados no menosprecia el valor de los científicos que los realizaron, al contrario», afirma Ortega.
De la penicilina a la viagra
El caso de la penicilina, uno de los avances médicos más significativos de la historia, es un ejemplo paradigmático de serendipia. Aunque existen diversas versiones sobre su descubrimiento por Alexander Fleming, todas coinciden en que su objetivo inicial no era encontrar un antibiótico.
De forma similar, el desarrollo de la viagra, descrito como «el error médico más rentable de la historia«, surgió de manera accidental mientras se investigaba otra cosa, aunque su rentabilidad es innegable.
El libro de Ortega también explora cómo el azar se manifiesta de diversas formas en el proceso de descubrimiento. En algunos casos, como el del velcro, la casualidad inspiró la búsqueda de un resultado específico. En otros, como la viagra o el LSD, los hallazgos fueron completamente inesperados. Incluso los fracasos, como el del superpegamento, cuya adhesividad inicial se percibió como un inconveniente, pudieron transformarse en éxitos gracias a la visión de sus creadores.
Brecha de género en la historia
La autora del libro lamenta la escasa representación femenina en la historia de los descubrimientos científicos, incluso entre los accidentales, destacando la desigualdad de oportunidades que enfrentaban las mujeres en la ciencia y la falta de reconocimiento a sus logros. «Ni tenían las mismas oportunidades que el hombre para dedicarse a la ciencia ni cuando lo conseguía era reconocida de la misma manera», señala.
Mireia Ortega enfatiza que la serendipia no resta valor al descubrimiento, sino que resalta la capacidad del investigador para identificar lo útil en la casualidad y avanzar hacia resultados relevantes para la ciencia. El azar por sí solo no habría generado los hallazgos «sin grandes mentes dedicando muchas horas de trabajo«, y ha citado la célebre cita de Picasso: «Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando»