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Las cifras negras de la basura textil en Chile

Las cifras negras de la basura textil en Chile

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Tiempo de lectura: 4 minutos Las imágenes de los vertederos ilegales de ropa en el desierto de Atacama han sido impactante y es porque Chile es el cuarto país del mundo que más textiles procedentes de marcas internacionales de ropa importa y deposita en vertederos irregulares

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La industria de la moda se ha posicionado como una de las más contaminantes en el mundo, siendo la responsable de toneladas de basura textil. De acuerdo con la ONU, el 73% de la ropa post consumo termina en la basura y menos del 1% se recicla.

En Chile, el panorama resulta más desesperanzador respecto a otros países. Según datos del OEC, el país lidera el listado latinoamericano como mayor importador de ropa usada. Del total de este tipo de importaciones en la región, el 81,7% llega a Chile. En consecuencia, vertederos ilegales de ropa desechada han cubierto distintas zonas de nuestro territorio, y ciudades de la zona norte como Alto Hospicio, Iquique y el Desierto de Atacama han sido testigos de la peor cara de la contaminación.

«Esto tiene que ver con la cercanía con el puerto de Iquique, la zona franca que se ha establecido, y que convierte a la región de Tarapacá en el punto de llegada de ropa de segunda mano, de elementos textiles para su distribución en mercados nacionales y regionales. Se concentra en Alto Hospicio porque está cerca a Iquique, que es una comuna de bajos ingresos y baja capacidad de fiscalización«, explica la geógrafa y académica de la FAU de la U. de Chile, Beatriz Bustos.

«Hoy, el textil no esta considerado en la categoría de residuo en Chile, lo que hace que los vertederos legales no reciban esos materiales», advierte la directora del Observatorio Sistema Moda MODUS UDP, Bárbara Pino.

A raíz de esta problemática, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ha desarrollado un informe sobre la magnitud de esta problemática en el país, el que será publicado a finales de este año. Algunos datos preliminares aseguran que Chile es el cuarto país del mundo que más textiles procedentes de marcas internacionales de ropa importa y deposita en vertederos irregulares.

Con estas 156 000 toneladas en 2021 -casi tres veces más que en 2020- el país sudamericano está solo por detrás de Pakistán, los Emiratos Árabes Unidos y Malasia.

Colonialismo de residuos

La investigadora del estudio, Beatriz O’Brien, explica en declaraciones a EFE que «un 60 % de esta ropa termina de alguna u otra forma en el desierto«, lo que causa graves problemas medioambientales y sociales en la región, una de las más pobres de Chile.

«Son comunidades vulnerables y precarias las que se hacen cargo de los desechos y de la contaminación que generan estos residuos«, agrega la investigadora en referencia al elevado porcentaje de químicos que contiene esta ropa (63 %).

La ropa llega al país sudamericano por vía marítima en paquetes de entre 40 y 45 kilos, que se comercializan a través de intermediarios a precios irrisorios de entre 1 y 2 dólares por kilo. O’Brien habla por eso de «colonialismo de residuos» procedente de los países industrializados del norte (EE.UU., Asia y Europa) que mandan su ropa no deseada al llamado «sur global».

Para marcas internacionales, como Nike, Adidas o H&M, es más barato enviar la ropa no usada a países del sur en lugar de intentar venderla o reciclarla, asegura la investigadora chilena.

«Europa debe entender que hay otras comunidades que sufren este impacto. Ojalá, se implementen esquemas de responsabilidad extendida para el productor, para que estas comunidades reciban financiamiento para manejar la gran cantidad de materiales, que sí pueden ser reciclados o reutilizados», asegura Beatriz O’Brien.

Avanzar en la normativa

Según O’Brien, el gran número de acuerdos de libre comercio firmados por Chile con diferentes países y regiones del planeta hace que el país sudamericano sea especialmente vulnerable a la llegada de ropa desechada a su territorio. «El consumidor debe saber que cada vez que dona ropa, una gran parte acaba descartada en una comunidad de algún lugar del mundo y afecta allí a gente que tiene condiciones de vida muy difíciles«, comenta.

La directora del Observatorio Sistema Moda MODUS UDP, Bárbara Pino, advierte que «este es un dilema geopolítico complejo que no solo tiene que ver con Chile, sino que con las cadenas de producción de textil y vestuario a nivel global. Parte del origen del problema son los tratados de libre comercio que tiene el país con el mundo, los cuales permiten la importación de artículos usados de todo tipo, entre ellos la ropa«.

Otro problema, explica Pino, tiene que ver con la regulación aduanera: «El ingreso de vestuario en la modalidad de prendería es extremadamente amplio, entra todo y de todo. Para entrar ropa a chile basta con desinfectarla con químicos«.

En la misma línea, el director del Magíster en Derecho Ambiental de la Universidad del Desarrollo, Raúl Campusano, sostiene que «el problema de vertederos ilegales de textiles proviene de decisiones reprochables de personas en relación con sus actividades comerciales. Esa situación podría abordarse con una combinación de medidas, entre las que debiera incluirse la educación ciudadana un fortalecimiento de las capacidades fiscalizadoras de la autoridad gubernamental«.

Chile actualmente cuenta con la Ley de Reciclaje y Responsabilidad Extendida del Productor (REP), que  obliga a fabricantes e importadores de seis productos prioritarios a recuperar un porcentaje de ellos una vez que terminan su vida útil. De acuerdo con la normativa, los productos prioritarios son: aceites lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos, baterías, envases y embalajes, neumáticos y pilas. Sin embargo, la ropa usada no ha sido incluida legalmente como producto prioritario.

Para la geógrafa Beatriz Bustos, la solución al problema para por un cambio cultural: «Debemos hacernos cargo en todas las etapas del proceso, y también el Estado, a través de sus instituciones fiscalizadoras, sanitarias, medioambientales y económicas. Debiese avanzarse en entregar mayores herramientas a los gobiernos locales, ya sea de monitoreo y fiscalización territorial para evitar que se generen estos vertederos ilegales».

«Comenzar a dialogar es fundamental. Crear planes y normativas que impulsen el reciclaje textil en el país y, a partir de esto, generar nuevas economías alternativas al nuevo comercio de ropa usada ya terminada, porque hoy no damos abasto y terminan en el desierto», destaca Pino.


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