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¿Cómo se ha avanzado desde 1960 en gestión de desastres?

¿Cómo se ha avanzado desde 1960 en gestión de desastres?

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un 22 de mayo de 1960 ocurrió el Terremoto de Valdivia, conocido como el sismo más intenso del que se tenga registro en la historia. A 63 años desde este hito, investigadoras del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN), se refieren a la evolución del país en materia de gestión de desastres socio-naturales y los desafíos pendientes para educar a las comunidades en estos temas.

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El reloj marcó las 15:11 horas del 22 de mayo de 1960. Fue en ese momento cuando comenzó el terremoto que devastó las provincias de Cautín, Valdivia, Osorno, Llanquihue y Chiloé. La tierra se sacudió durante ocho minutos, con una intensidad que, según los sismógrafos, superó los 9 grados en la escala Richter. El sismo fue acompañado por un tsunami que provocó una sucesión de enormes olas que arrasaron con las ciudades costeras. Centenares de personas fallecidas, heridas, damnificadas y construcciones destruidas

«El ‘terremoto de 1960’ o también conocido como ‘terremoto de Valdivia’ es un hito relevante. Es el terremoto más fuerte que se ha generado no solo en el país sino a nivel mundial, causando también un tsunami que no solo devastó las costas del país sino que llegó al otro lado del océano pacífico, impactando a Japón y las costas de Hawai», explica la investigadora CIGIDEN y geógrafa UC, Nikole Guerrero.

Hacia un enfoque preventivo

Se estima que este desastre costó la vida de entre 16.554 y 20.005 personas y dejó damnificados a más de 2 millones de personas. Con el fin de rememorar a las víctimas del terremoto, además de educar y difundir medidas de prevención, en 2022 se promulgó la Ley 21.454, que establece el 22 de mayo como el Día Nacional de la Memoria y Educación sobre Desastres Socio-Naturales.

Otra normativa relevante es la Ley 21.364, que permitió un nuevo hito: sustituir la ONEMI por SENAPRED, para la coordinación del Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SINAPRED). «Podríamos hablar de que se cambia de un enfoque más reactivo a uno más preventivo y proactivo, que introduce el concepto del ciclo del desastre en la política pública para trabajar de modo vinculante, las fases de mitigación, preparación, alerta, respuesta y recuperación», señala la investigadora CIGIDEN e historiadora, Valentina Acuña.

En la misma línea, Guerrero afirma que ha existido una evolución en el abordaje de desastres: «Nuestro país se ha enfocado de una manera más reactiva respecto a los desastres, actuando solo cuando ocurrían y enfocados en la reconstrucción. Hoy, el aumento de frecuencia de los desastres socio-naturales obliga a adaptarse en otras etapas del ciclo de riesgo».

Educar a las comunidades

Para la investigadoras CIGIDEN, ha existido un avance sustantivo en la gestión de desastres a nivel país tras las normativas ya implementadas y la existencia de organismos públicos encargados de estas materias. Sin embargo, advierten que aún hay deudas pendientes con las comunidades locales.

Acuña asegura que existe una falencia en la bajada local de la nueva gestión de desastres en el país, lo que se evidencia con una falta de profesionales especialistas para desarrollar planes de evacuación. «Esto ocurre porque la escala de los estudios de SERNAGEOMIN (Servicio Nacional de Geología y Minería) no está desagregada a escala comunal o barrial, lo que significa que se deben producir estudios concretos para generar instrumentos de prevención del riesgo de desastres», señala la historiadora.

Por otro lado, las investigadoras aseguran que las políticas están al debe con las comunidades en la difusión de medidas de prevención: «Hoy tenemos un paragua teórico de cómo actuar, y tenemos un plan de emergencia hacia donde apuntar. Es importante llevar ese plano teórico a las acciones. En ese sentido lo mas difícil es llegar a las localidades del país«, explica Guerrero.

Para Acuña, la creación y difusión de medidas de prevención y mitigación «deberían estar estratégicamente definidas y orientadas a diversos sectores de la población. Por ejemplo, en campamentos, que suelen estar en zonas expuestas a distintos tipos de amenaza, como aluviones, inundaciones y caídas de roca».


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