Leer es viajar sin moverse: nuestra imaginación vuela a través de los relatos. Las descripciones nos generan imágenes mentales, y a través de ellas nos introducimos en el entorno de una historia. Nos facilita su comprensión.
Para mejorar la representación visual de este fenómeno, ¿puede la inteligencia artificial convertirse en nuestra aliada?
De la lectura a la visualización
Es probable que considere innecesario recurrir a tecnologías avanzadas para enriquecer tal vivencia, que para eso ya contamos con nuestro propio ingenio. Quizá confía plenamente en la creatividad inherente a nuestra especie.
Su punto es válido, tiene razón. Aquí no lo negamos, solo vamos un paso más allá.
En Universitat de les Illes Balears partimos de dos proyectos de investigación. Uno analiza el paisaje desde fuentes escritas, mientras que el segundo estudia cómo aplicar la inteligencia artificial en la formación del dibujo arquitectónico desde la innovación docente.
Ambas investigaciones buscan representar visualmente unos resultados. Para ello, contamos con la inteligencia artificial como una herramienta más, pero no es la única.
Nuestro objetivo es examinar en profundidad un abanico de narrativas creadas por distintos autores para profundizar en la visualización de los entornos sobre los que han escrito. A partir de un proceso metodológico estructurado, basado en los cimientos de la interpretación textual, nos planteamos el uso de la IA para reconstruir escenarios imaginados o que existieron y han desaparecido.
Nosotros, concretamente, hemos trabajado con el último capítulo de la novela de ciencia ficción Solaris, de Stanislaw Lem, al que pertenecen todas las imágenes que ilustran este artículo.
Escenarios intangibles
Un narrador crea espacios donde sucede la acción. Nos hace vivir aventuras en escenarios intangibles que ansiamos explorar, o incluso preservar, especialmente si son de índole histórica y ya no existen.
Estos espacios son nuestro objetivo. La inteligencia artificial solo es una herramienta más para recrearlos.
A partir de aquí no solo los visualizaremos, sino que además podremos construir paisajes y entornos de forma tridimensional y tangible. Estas recreaciones pueden tener aplicaciones diversas, desde espacios museísticos hasta producciones audiovisuales y representaciones escénicas.
Paso a paso: del lápiz y papel al prompt
Primero se analiza, después se actúa. Lápiz, papel, desglose de contenidos y esquemas son las herramientas que suceden a una selección previa de textos relacionados con nuestra búsqueda.
A través de esa búsqueda descubrimos los textos literarios, históricos e incluso técnicos que describen las características de los espacios que pretendemos recuperar o visualizar. Estos textos sirven como punto de partida y fuente de inspiración. Los relatos de personas del lugar, que ya vivieron estos entornos, serán algo que también tendremos en cuenta, aunque en el próximo paso.
Lo siguiente es estudiar exhaustivamente todo el material recopilado. No se trata de una simple lectura, sino de una inmersión profunda en las palabras para extraer información detallada acerca de la arquitectura, la disposición espacial y los detalles físicos de los lugares descritos.
En nuestro caso, al analizar los paisajes desolados de la isla del Mimoide imaginados por Lem, buscamos referencias en la arquitectura de antiguas ciudades marroquíes. También indagamos, por ejemplo, cómo la luz podría incidir sobre las ruinas hasta lograr el punto de dramatismo propio del relato original o la forma en la que las piedras pueden caer tras un proceso de desolación.
El objetivo es plasmar toda la riqueza literaria que nos ofrece Lem en Solaris.
De aquí pasamos a traducir nuestros resultados a lo que se conoce como “ingeniería de prompt”. A través de este proceso escribimos comandos con directrices precisas para que la inteligencia artificial genere las imágenes que representen nuestras visualizaciones.
Las palabras detalladas que componen las primeras órdenes tendrán fallos; será difícil lograr buenos resultados desde los intentos iniciales. El siguiente paso, que consiste en perfilar las descripciones y retocar las imágenes a partir de los resultados, nos ofrece nuevas alternativas.
Ahora es cuando, en nuestro caso, entran en juego una serie de profesionales totalmente humanos. Expertos en Historia del Arte, Bellas Artes y Expresión Gráfica Arquitectónica validan los resultados.
Al recurrir a ellos, buscamos que nuestras representaciones capturen con mayor objetividad la esencia de los lugares descritos en los relatos de partida. En cada situación, el perfil de los validadores puede ser diferente.
Finalizaremos sin cerrar la puerta: es importante compartir los resultados con otros investigadores, estudiosos y, en general, personas interesadas y fomentar así la retroalimentación.
Reimaginando junto a la IA
Leer es viajar sin moverse. Lo que yo imagino no es lo que otro ve, y la inteligencia artificial nos ayuda, como una herramienta más, a pensar cómo reimaginarlo todo.
Su opinión es crucial: le invitamos a contribuir con sus comentarios en el artículo. Desde la escucha activa de distintas voces enriquecemos este proyecto que entrelaza inteligencia artificial y narrativa.
Juntos, combinando la literatura, los relatos, las evidencias y la IA, abrimos nuevas oportunidades. Entre ellas, las que nos facilitan reconstruir lugares que han desaparecido en el tiempo o que permanecen confinados en las páginas de un relato.
Eso sí, todo ello sabiendo que la inteligencia artificial solo es una herramienta más en nuestro repertorio, que comienza desde la inmersión en una historia.
Antonio Fernández-Coca, Profesor Titular de Universidad. Doctor. Director de Formación del Personal Docente e Investigador (PDI), Universitat de les Illes Balears; Cristina López-Polín Hernanz, Lda. en Historia del Arte. Directora del Servicio de Identidad y Cultura Institucional, Universitat de les Illes Balears; Juan Carlos Oliver Torelló, Profesor Permanente Laboral. Historia del Arte Contemporáneo., Universitat de les Illes Balears y María-José Mulet Gutiérrez, Profesora doctora en Historia del Arte, Universitat de les Illes Balears
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
