Desempleo, depresión y mala salud: Los factores que aumentan la soledad en adultos

Tiempo de lectura: 3 minutos Un reciente investigación reveló que, contrario a lo que se creía, la soledad no es una consecuencia inevitable de la edad, sino que puede estar determinada por el entorno de cada país.
En EE.UU. y Países Bajos: Soledad lidera en mediana edad
El panorama de la soledad difiere notablemente a nivel mundial. Mientras los adultos en Dinamarca reportan los niveles más bajos de aislamiento, Grecia y Chipre encabezan la lista con las cifras más altas.
Aunque la tendencia general muestra un aumento de la soledad con la edad, la magnitud de este incremento cambia significativamente. Países como Bulgaria y Letonia registran el mayor aumento con los años, seguidos de cerca por Rumanía, Hungría, España e Italia.
Sin embargo, el dato más llamativo proviene de Estados Unidos y los Países Bajos. En estas naciones, la soledad se concentra de manera más aguda entre los adultos de mediana edad, desafiando la noción tradicional de que los adultos mayores son siempre el grupo más afectado.
«La soledad varía notablemente según el país y la edad, por lo que no es una consecuencia inmutable de la edad o el entorno», afirma la investigadora de Emory y coautora del estudio, Robin Richardson.
Factores que promueven la soledad
Por otro lado, el estudio identificó factores consistentemente asociados con mayores niveles de soledad: no estar casado, no tener empleo, sufrir depresión y tener mala salud. No obstante, la importancia relativa de cada uno de estos factores varía entre países. Por ejemplo, en Estados Unidos, la falta de empleo fue el principal motor de la mayor soledad observada en adultos de mediana edad, mientras que en otros contextos este factor impactaba más a los adultos mayores.
Una preocupación adicional es que un 20% de los factores que contribuyen a la soledad permanecen sin explicación clara en todos los países, y esta incertidumbre se concentra precisamente en los adultos de mediana edad.
El académico de la Universidad Mayor de Chile y coautor, Esteban Calvo, advierte sobre esta población a menudo pasada por alto: «Muchos adultos de mediana edad que a menudo hacen malabares con el trabajo, el cuidado de otras personas y el aislamiento, son sorprendentemente vulnerables y necesitan intervenciones específicas tanto como los adultos mayores».
Este hallazgo es crucial, ya que habitualmente las intervenciones contra la «epidemia de soledad» se han enfocado casi exclusivamente en la tercera edad. La investigadora, Robin Richardson recuerda que «los adultos de mediana edad representan una población crítica que se está pasando por alto«.
La soledad es un grave problema de salud pública, vinculado a peores resultados fisiológicos, cognitivos y mentales, que disminuyen la calidad de vida y aumentan el riesgo de enfermedades. Por ello, los autores concluyen que las políticas sanitarias y programas sociales deben basarse en evidencia local para identificar qué grupos de edad corren mayor riesgo en cada contexto específico, diseñando así intervenciones más efectivas y precisas.