Crononutrición: Un enfoque alimenticio enfocado en los horarios
Tiempo de lectura: 3 minutos El concepto, introducido en 1986 en Francia, descansa en la idea de que los nutrientes pueden tener efectos diferentes en el organismo según la hora en que se consumen y, por eso, hay que poner atención a nuestra crono biología.
En formas de alimentación existe un vasto mundo de tendencias y corrientes, que van desde las dietas muy estrictas -en las porciones y aporte de energía- hasta las más intuitivas, pasando por otras que se limitan a alimentos específicos o que promueven periodos de ayuno prolongado.
Recientemente ha crecido el interés por la crononutrición, una propuesta nutricional que no solo pone el acento en lo que se come sino que también en el momento del día en que se hace.
Pero no es algo nuevo. El concepto fue introducido en 1986 por el doctor y nutricionista francés Alain Delabos y descansa en la idea de que los nutrientes pueden tener efectos diferentes en el organismo según la hora en que se consumen y que, por eso, hay que poner atención a nuestra cronobiología.
“La crononutrición estudia la interacción entre la alimentación, la nutrición y el ciclo circadiano, centrándose en los efectos de los horarios en que se ingiere un alimento y de la composición de la dieta -los nutrientes- a través del día sobre la organización del sistema circadiano”, expone la académica del Departamento de Nutrición y Dietética de la Universidad de Concepción y directora del Programa Promosalud, Dra. Katherine Forman Díaz.
El ciclo circadiano es lo que conocemos de forma común como el reloj biológico, que tiene su centro de operaciones en el hipotálamo, en la base del cerebro.
El docente del Departamento de Fisiología de la Facultad de Ciencias Biológicas (FCB) y doctor en Farmacología, Luis Aguayo Hernández, explica que su nombre viene de las palabras latinas circa(alrededor) y diem (día): es un lapso aproximado de 24 horas, es decir casi un día, y controla toda nuestra biología
“Como seres humanos tenemos una serie de ciclos (de duración variable), una serie de relojes; los ciclos están regulados por esos relojes y esos relojes se sincronizan con el ciclo circadiano, que es regulado por la luz”, señala el también Director del Laboratorio de Neurofisiología y del Programa de Neurociencia, Psiquiatría y Salud Mental (Nepsam) de la UdeC.
Cada uno controla diversas funciones que están más o menos activas en distintos períodos, modulados también por las fases de sueño/vigilia. De este modo, hay momentos máximos y mínimos en la temperatura corporal, presión arterial, eficiencia muscular o de liberación de hormonas.
A juicio del Dr. Aguayo, es importante que las personas conozcan cómo opera el ritmo circadiano para comprender el funcionamiento del organismo, y “saber por ejemplo, que es normal que en algún momento del día tengamos muy baja la energía, porque es parte del ciclo”.
Nuestra cronobiología nos define como animales diurnos, lo que significa que hay cosas que deben ocurrir en las horas de vigilia y otras en las de sueño. Y comer no es parte del programa biológico nocturno.
“Habitualmente comemos en el día, porque estamos hechos para comer durante el día, pero si desplazamos las comidas a horas cercanas a la oscuridad, la capacidad metabólica de nuestro cuerpo se va a alterar; no se va a consumir toda la energía porque vamos a estar en el ciclo de descanso. Todas las funciones de gasto de energía disminuyen cuando vamos a dormir”, detalla el Dr. Aguayo.
Entonces, hay un efecto en el sueño que es parte relevante de nuestro ritmo circadiano, con efectos en el descanso y la reparación.
Sincronía
Desde la perspectiva de la crononutrición, la alimentación tiene un rol relevante como sincronizador de los ciclos circadianos.
“La evidencia indica que la alteración de estos ritmos o cronodisrupción, a partir de modificaciones de la dieta ocasiona ganancia de peso, resistencia a la insulina y alteraciones de la microbiota intestinal, entre otros eventos”, comenta la Dra. Katherine Forman.
La investigadora indica que hay estudios que relacionan el consumo de alimentos en horario nocturno con un mayor porcentaje de grasa corporal en adultos; mientras que la ingesta de hidratos de carbono en el desayuno y almuerzo, y menor cantidad de grasas, se asocian a una mejor utilización de la energía, con efectos metabólicos saludables, evitando el desarrollo de diabetes tipo 2 lo que “se explica, en parte, por cambios en las secreciones hormonales que también obedecen a ritmos biológicos”.
También, hay que preocuparse de la primera comida del día. “No desayunar estimula entre otros mediadores a la grelina, una hormona asociada al aumento del apetito, y los desayunos ricos en proteínas, en cambio, la estarían inhibiendo”, ahonda la especialista.
La recomendación general de la nutricionista es contar con horarios regulares de alimentación, para contribuir a una mejor utilización metabólica de los nutrientes ingeridos y, con ello, a la estabilidad del peso.
“Debemos mantener ciclos de ayuno-alimentación y promover ciclos de sueño-vigilia adecuados, evitando ingerir alimentos durante la noche y respetar las horas de sueño, elemento que también regula nuestros ritmos circadianos”, asevera.
La Dra. Forman insiste en la importancia de desayunar, tener horarios habituales para alimentarse, disminuir el aporte energético hacia la tarde-noche, considerando la última ingesta de alimentos alrededor de las 20 horas.