La chía, ¿por qué esa pequeña semilla es un superalimento?
Tiempo de lectura: 2 minutos La precolombina chía, de origen centroamericano, contiene aminoácidos esenciales, fibra, omega 3, calcio, magnesio y antioxidantes lo que convierte esta semilla como un superalimento.
¿Qué tienen en común los guerreros aztecas, una calavera y el Omega 3? La respuesta es la chía, una semilla ancestral, originaria de México y Guatemala que ha sido cultivada por lo pueblos precolombinos, pero que desgraciadamente cayó en el olvido durante siglos. Era la base de las grandes civilizaciones mesoamericanas. Se dice que los ejércitos aztecas podían sostenerse toda una jornada alimentados con una cucharada de chía. Su cultivo era, probablemente, el tercero en importancia económica, solo superada por el maíz y el frijol.
Pero la llegada de los españoles vino a cambiar la presencia de esta semilla en la dieta centroamericana. Los conquistadores prohibieron su cultivo, ya que estaba asociada a las ceremonias paganas. Los pueblos originarios la usaban como una suerte de cemento para confeccionar calaveras en ritos. Desplazada por los cereales aportados por los españoles, el cultivo de la chía desapareció durante las colonias. Sin embargo, hace algunos años ha sido redescubierta como un superalimento.
A principios de este año, el New York Times publicó un artículo con recomendaciones para tener una buena nutrición, destacando el consumo de la chía en el primer lugar de la lista. Y es que posee propiedades por encima del promedio: aminoácidos esenciales, fibra, Omega 3, calcio, magnesio y antioxidantes son algunos de los nutrientes que podemos encontrar en esta semilla.
La investigadora y académica UCEN, Dra. Loreto Muñoz, detalla que la chía posee una enorme cantidad de fibra dietética soluble e insoluble, lo que ayuda a controlar los niveles de glucosa o azúcar en la sangre. Además, la especialista agrega que promueve la salud cardiovascular: «Este contenido de Omega 3 ayuda a reducir el colesterol. De hecho, en estudios in vitro hemos demostrado que reduce en un 37% el colesterol, lo que le da una característica atractiva».
¿Cómo consumirla?
La chía también contribuye a la digestión ya que, al ponerla en agua, forma un mucílago, una sustancia viscosa que es la fibra soluble: «Se absorbe agua, ablanda las heces y facilita la digestión, por ende, se asocia a la reducción de peso», señala Muñoz. Sin embargo, la investigadora advierte que esto no es mágico: «Siempre hay que considerar una dieta equilibrada y consultar con un médico cuando uno va a usarla con este fin».
Una de las ventajas de este alimento es la versatilidad de su sabor, ya que puede usarse en preparaciones dulces o saladas, como bebidas, platos secos, sopas, yogures o ensaladas. Los especialistas recomiendan hidratar dos cucharadas diarias en agua antes de consumirla, para que se genere el mucílago y se activen sus componentes.
Pero, ¿qué pasa si no la remojo? Muñoz explica que la semilla absorberá agua de otros alimentos: «En esos casos puede ser contraproducente, por lo que se recomienda consumirla con una gran cantidad de agua. Si no es así, lo ideal es comer las semillas partidas, pero no comprar la harina, sino que partirla en la casa porque estos ácidos grasos Omega 3 se pueden oxidar».
La chía requiere de un clima cálido y tropical para producirse. A Chile llega, en mayor parte, desde otros países, aunque el mercado nacional está avanzando en su comercialización: «El cultivo de la chía es bien resiliente, porque requiere poca agua. Lo ideal sería poder cultivarla en el norte de Chile. Hasta ahora, lo se ha cultivado a pequeña escala en la zona central, y ha habido un buen rendimiento, pero todavía está en un proceso», señala Muñoz.