El capítulo chileno de la mortal gripe de 1918
Tiempo de lectura: 3 minutos El primer contagio humano de gripe aviar H5N1 en Chile ha alertado a las autoridades sanitarias. Sin embargo, muchos años atrás, la población debió enfrentar la gripe española, considerada como la más mortífera de nuestra historia.
El 29 de marzo de 2023, el Ministerio de Salud informó el primer caso humano de gripe aviar (H5N1) en Chile en la zona norte del país. Tras el anuncio, el organismo activó los protocolos sanitarios establecidos para el manejo de esta influenza. “No existe la transmisión entre personas”, aseguró la ministra Ximena Aguilera respecto a la enfermedad que, en los últimos 20 años, ha notificado 868 casos confirmados y 457 decesos, con una letalidad superior al 50%.
La gripe aviar H5N1 hoy está en el centro de atención por parte de las autoridades sanitarias, y los especialistas advierten que los siguientes días serán clave para observar su desarrollo. Sin embargo, muchos años atrás, la población chilena debió enfrentar la gripe más mortífera registrada en la historia: la gripe española de 1918. Se habría originado ese mismo año en la base militar de Fort Riley, estado de Kansas, Estados Unidos. Pero su nombre se debe a que fue el país europeo el primer lugar que se preocupó de la enfermedad y dio a conocer sus devastadores efectos.
Llegó por mar
Comenzó en Valparaíso, con el arribo de los barcos que traían marinos y pasajeros desde distintas partes del mundo. En poco tiempo, la enfermedad comenzó a propagarse entre las calles de la ciudad portuaria hasta llegar incluso a la capital. También llegó desde Argentina, con los viajeros que ingresaban contagiados al país. En aquel entonces, la prensa consignaba que la gripe había “pescado en sus garras” a los contagiados, y que el principal síntoma era “andar con el cuerpo cortado”.
Fiebre elevada, cansancio y vómitos eran algunos de los síntomas más comunes de la gripe más mortífera del siglo XX. En un contexto en que la población era cercana a los 3 millones 700 mil habitantes, la gripe española dejó en Chile a cerca de 40 mil personas fallecidas entre 1918 y 1921.
“Esto puede haber sido mucho mayor, porque en aquel entonces la precisión de las estadísticas era muy discutida”, explica el académico en Historia de la Medicina de la PUC, Marcelo López.
Pero, a diferencia de otras gripes, las víctimas más frecuentes no eran niños o ancianos, sino que jóvenes. Hasta el día de hoy esto sigue siendo un misterio asegura López, quien comenta que podría deberse a que la población adulta ya había desarrollado inmunidad tras la pandemia de 1891, a diferencia de los más jóvenes.
Las gripes eran frecuentes en el siglo XX. Duraban unos pocos días, pero después la vida de las personas continuaba, por lo tanto rara vez eran objeto de cuarentena: “En aquel momento vivir las gripes eran pan de cada día y no existían las condiciones económicas y políticas que hoy existen para enfrentarlas”, señala López.
Se trataba de un contexto con mínimos hábitos de aseo y limpieza, donde la pobreza marcaba el acento en la llamada «cuestión social». Conventillos, establos, colegios, iglesias, hoteles, mercados y transporte público eran focos de convivencia, pero también posibilitaban las aglomeraciones y en consecuencia las probabilidades de contagio.
La publicidad y los medios de comunicación jugaron un rol fundamental en la difusión de normas higiénicas, por ejemplo, llamando a la población a evitar ritos sociales como los saludos de mano y las conversaciones a corta distancia, o actos de la vida íntima como besarse.
La salud pública se moderniza
En este escenario, la gripe española impulsó en Chile una serie de políticas públicas por parte del Estado para luchar contra las epidemias sociales. La promulgación del Código Sanitario, que entró en vigencia en 1919, fue una de las acciones más importantes de higienización. Se trató de un organismo que buscaba reformular el sistema sanitario nacional, poniendo en marcha la creación de organismos sanitarios provinciales.
«A raíz de la influenza de 1918 se promulga la redacción de Código Sanitario. Después, comienza a desarrollarse la vacuna, entonces eso también permite contener de mejor manera las gripes«, explica la Directora CIDOC e Investigación de la Universidad Finis Terrae, Paula Caffarena.
Además de estas medidas, la Constitución de 1925 estableció que era deber del Estado velar por la salud pública y el bienestar higiénico del país. Luego, en 1939, se creó el Instituto Bacteriológico de Chile, llegando a constituirse en lo que hoy es el Instituto de Salud Pública de Chile.