Nutricionista explica cómo tratar el sobrecrecimiento bacteriano intestinal o SIBO
Tiempo de lectura: 2 minutos El SIBO, o sobrecrecimiento bacteriano intestinal, se ha convertido en un tema recurrente en redes sociales. Pero, ¿qué es realmente esta condición, cuáles son sus síntomas y cómo se diagnostica y se trata?
El SIBO es un trastorno digestivo caracterizado por un aumento anormal de bacterias en el intestino delgado. La presidenta del Colegio de Nutricionistas de Chile, Cecilia Sepúlveda, explica que esta condición genera síntomas como distensión abdominal, diarrea o constipación, y molestias abdominales constantes.
A diferencia de la microbiota sana, que contiene bacterias beneficiosas, en el SIBO se produce un desequilibrio que da paso a una microbiota patógena.
Si bien los hábitos alimentarios juegan un rol fundamental en el desarrollo del SIBO, existen otros factores que contribuyen a su aparición. Sepúlveda destaca el consumo excesivo de alimentos inflamatorios, como grasas y carbohidratos sin fibra, así como la baja ingesta de fibra.
Además, factores como el consumo de antibióticos, corticoides, tabaco y alcohol, el estrés e incluso cirugías digestivas pueden influir en el desarrollo del SIBO. «El problema con los antibióticos de amplio espectro es que arrasan con todas las bacterias, las buenas y las malas”, señala Sepúlveda, enfatizando la importancia de una buena alimentación y el uso de prebióticos y probióticos tras un tratamiento con antibióticos.
Diagnóstico y tratamiento del SIBO
Los síntomas del SIBO pueden ser similares a los del síndrome del intestino irritable u otras afecciones gastrointestinales. Por ello, el diagnóstico certero requiere la evaluación de un profesional.
Sepúlveda indica que el diagnóstico se basa en la sintomatología del paciente, pero que existen exámenes como la espirometría y análisis de deposiciones que ayudan a confirmar la presencia del SIBO y a descartar otras condiciones, como la infección por Helicobacter pylori.
El tratamiento del SIBO generalmente implica el uso de antibióticos de amplio espectro recetados por un gastroenterólogo, en conjunto con medicamentos antimicóticos para controlar el crecimiento de levaduras y hongos en el intestino.
Posteriormente, se busca restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal a través de una alimentación adecuada y el uso de probióticos. La dieta baja en FODMAPs (oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles fermentables) se utiliza como herramienta terapéutica para reducir la fermentación intestinal y aliviar síntomas como la hinchazón y la diarrea.
Si bien, el SIBO puede reaparecer en personas con predisposición genética o malos hábitos, no es una condición crónica. «Una vez que se termina el tratamiento con antibióticos, se reduce el consumo de probióticos y se mantiene una buena alimentación, no se debería tener SIBO», afirma Sepúlveda.