Ballenas en Antofagasta: Un espectáculo natural impulsado por el krill
Tiempo de lectura: 2 minutos La Bahía de Antofagasta se ha convertido en un escenario privilegiado para el avistamiento de ballenas, principalmente ballenas fin, atraídas por la abundancia de krill y anchoveta.
El verano antofagastino se ha visto engalanado por la imponente presencia de cetáceos en las bahías de Mejillones y San Jorge, en Antofagasta. Este espectáculo natural, lejos de ser un evento aislado, forma parte de las rutas migratorias y alimentarias de diversas especies de ballenas, que encuentran en estas aguas un festín de krill y anchoveta.
La Dra. Ana María García Cegarra, académica de la Facultad de Ciencias del Mar y Recursos Biológicos de la Universidad de Antofagasta, explica que la proliferación de krill en la zona es el principal atractivo para estos gigantes marinos.
«Hemos observado que las ballenas entran a la bahía para alimentarse principalmente de krill», afirma la científica. Este pequeño invertebrado, similar a un camarón, constituye la base de la dieta de la ballena fin, atrayéndolas desde la Antártica hasta las costas de Antofagasta y las islas de Chañaral de Aceituno.
La corriente de Humboldt, junto con las condiciones particulares de la Península de Mejillones, crea un ambiente propicio para la proliferación de krill y anchoveta, atrayendo no solo a las ballenas fin, sino también a ballenas jorobadas, delfines e incluso orcas.
«Partimos sin saber muy bien que había hace 10 años, pero ahora tenemos un registro de cuándo vienen y todas las especies descritas que han transitado por acá”, declara García. Estos avistamientos alcanzan su punto máximo entre junio y julio, y a finales de primavera e inicios del verano, con grupos de hasta cuarenta individuos.
Observación responsable de los gigantes del mar
La presencia de estos majestuosos animales conlleva una responsabilidad para la población. La Dra. García enfatiza la importancia de una observación respetuosa, evitando interferir en sus procesos de alimentación y manteniendo una distancia mínima de 100 metros si se realiza desde el mar.
«Si se quiere observar desde dentro del mar es necesario guardar una distancia mínima de 100 metros para resguardar tanto la tranquilidad de los cetáceos, como también la seguridad de las personas», alerta la experta.
El tráfico marítimo en la zona portuaria de Antofagasta representa un peligro latente para las ballenas. La colisión con embarcaciones es una de las principales causas de muerte de estos animales, junto con el enredo en redes de pesca.
Si bien se han implementado medidas como la creación de una ruta de navegación para grandes buques mercantes en la Bahía de Mejillones, la Dra. García insiste en la necesidad de replicar esta iniciativa en la Bahía de San Jorge y aumentar los recursos para la investigación, permitiendo un mejor seguimiento de las rutas de las ballenas y minimizando el riesgo de colisiones.
La recuperación de la población de ballenas es un proceso en desarrollo, y la experta hace un llamado a la responsabilidad de la comunidad para contribuir a su preservación. El respeto por estos animales no solo asegura su supervivencia, sino que también permite disfrutar del privilegio de su presencia en las costas chilenas.