El sorprendente reino Fungi en Magallanes: Más de 500 especies han sido descubiertas
Tiempo de lectura: 3 minutos Una investigación en el sur de Chile documentó más de 500 especies de macrohongos y líquenes, destacando lo importantes que son para los ecosistemas subantárticos.
La región de Magallanes alberga un montón de especies: al menos 165 de macrohongos y más de 400 de líquenes, mucho más que en otras regiones de Chile. Así lo revela una investigación liderada por Laura Sánchez-Jardón, científica del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC) y de la Universidad de Magallanes.
“Antes no sabíamos cuántas especies del reino Fungi se podrían encontrar en la región”, señala la investigadora, quien advierte que la riqueza en el lugar podría ser todavía mayor a la que documentaron los científicos. Este conocimiento abre posibilidades para la conservación y futuros usos medicinales, alimentarios o culturales.
El análisis recopiló 1.679 registros en una región donde, hasta hace poco, era difícil acceder a inventarios completos de macrohongos y líquenes. Por eso, refuerza la documentación en herbarios y consolida a Magallanes como un bastión de biodiversidad única a nivel mundial. Sánchez-Jardón precisa que con sus registros han encontrado “más de 100 especies que no estaban contempladas en inventarios previos”.
Además de descubrir nuevas especies, el equipo del investigadores logró reunir y estructurar datos previamente dispersos, facilitando su acceso para científicos y el público. “Reconocer el conocimiento existente y sumar nueva información nos permite construir una línea base sólida para investigaciones futuras”, explica Laura Sánchez-Jardón.
Los científicos se centraron en catalogar macrohongos, líquenes, macroalgas y briófitas, conocidos como criptógamas debido a su falta de flores o frutos. Muchos de estos organismos son endémicos del cono sur de Sudamérica y fundamentales en los ecosistemas subantárticos por su historia evolutiva y su adaptación a condiciones ambientales específicas, como alta humedad y bosques bien conservados.
En lugares como el Parque Omora, en Cabo de Hornos, las briófitas y líquenes crean “bosques en miniatura” que tienen una diversidad única. “Estos organismos no poseen vasos conductores, lo que limita su tamaño, pero evolutivamente son más antiguos y continúan adaptándose”, detalla la investigadora.
La región subantártica de Magallanes, que históricamente ha sido poco documentada en términos de biodiversidad, ahora comienza a destacarse gracias a esta investigación. Los hallazgos están disponibles en el Geoportal Ciencia Austral.
Con un pie en el territorio
La ciencia ciudadana ha sido fundamental en este proyecto, porque se ha permitido que residentes locales aporten datos valiosos desde áreas remotas. “Los habitantes conocen el territorio mejor que nadie y su colaboración es clave para monitorear la biodiversidad durante todo el año”, dice Sánchez-Jardón sobre el tema.
El trabajo en campo implicó desafíos logísticos significativos, especialmente en áreas remotas como el Parque Nacional Yendegaia. En esa región, cerca de la Cordillera Darwin, los investigadores documentaron una rica diversidad de líquenes y briófitas en un entorno casi intacto.
Para Sánchez-Jardón es muy relevante proteger la biodiversidad subantártica, no solo por su singularidad, sino también por su papel esencial en los ecosistemas. Su catalogación precisa podría abrir oportunidades para el uso sostenible de estos recursos en medicina, gastronomía y otras áreas.