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Finaliza la COP29 con «modestos» acuerdos para frenar la crisis climática

Finaliza la COP29 con «modestos» acuerdos para frenar la crisis climática

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Tiempo de lectura: 3 minutos A pesar de los esfuerzos por aumentar la financiación para el cambio climático, el acuerdo alcanzado establece un compromiso de 300 mil millones de dólares anuales, mucho menos que los billones necesarios.

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La COP29 finalizó este domingo con impresiones de disconformidad para gran parte de los participantes. En esta oportunidad, se buscaba concretar un mayor compromiso para afrontar el desafío climático, pero ha chocado contra numerosas resistencias y un entorno geopolítico adverso.

La victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales norteamericanas en vísperas del comienzo de la cumbre, la crisis política y económica mundial generada por la guerra entre Rusia y Ucrania y la invasión de Israel en Gaza y las presiones de los intereses petroleros encabezadas por Arabia Saudí tensionaron la COP29.

Uno de los acuerdos más importantes fue en materia de financiación, donde se acordó que los países ricos pagarán 300 mil millones de dólares anuales al mundo en desarrollo para costear allí la acción climática.

La ministra colombiana de Medio Ambiente y Desarrollo, Susana Muhamad, manifestó que «esta fue una COP en la que primó todo tipo de intereses geopolíticos, menos el clima y por eso, también parte del resultado es la meta de financiación más modesta a la que se podía llegar».

Financiación

El punto más importante era la definición del Nuevo Objetivo Colectivo Cuantificado (NCQG por sus siglas en inglés): es decir, el incremento de los fondos que los países más desarrollados debían acordar con destino a los menos desarrollados.

La cifra fijada en el Acuerdo de París ascendía a 100.000 millones de dólares anuales a nivel global y fue definida en 2009 aunque comprometida en 2015, por lo que la idea era elevarla considerablemente, aun teniendo en cuenta que nunca se ha llegado a desembolsar esta cantidad.

Las estimaciones internacionales hablaban de la necesidad de un incremento superior al billón de dólares que además debería desembolsarse vía subvenciones y con fondos públicos, pero el compromiso firmado en Bakú se limita a 300 mil millones contando con operaciones e inversiones del sector privado, flujos de bancos multilaterales de desarrollo y otras operaciones y fuentes alternativas.

Mercados de carbono

Pese a los llamamientos, especialmente de la ONU, para reducir las emisiones de CO2, éstas han continuado aumentando prácticamente sin control, especialmente en Asia.

Para manejar esta circunstancia fueron creados los mercados de carbono a partir del artículo 6 de los Acuerdos de París -basados en el concepto de que «quien contamina, paga» y asignando un precio a las emisiones de cada país con la posibilidad de compraventa de derechos- y el planteamiento inicial era actualizar la herramienta.

Al comienzo de la COP29 se anunció un impulso a este tema, pero el mecanismo como tal sigue generando dudas: por ejemplo, ante la doble contabilización que en el pasado ha llevado a países que compraban sus bonos y a los que vendían a contabilizar como propia una sola reducción de emisiones.

Adaptación y países vulnerables

El texto relacionado con la adaptación no es muy novedoso, pero cumple algunas de las exigencias de la sociedad civil como el establecimiento de indicadores de progreso y un punto permanente en las agendas de futuras cumbres.

Aunque generalmente el concepto de vulnerabilidad se aplica a países en vías de desarrollo como los africanos o los insulares, lo cierto es que muchos de los llamados países ricos también lo padecen, como se ha visto recientemente con las devastadoras inundaciones en España.

La diferencia es que los países en desarrollo disponen de muchos menos recursos para enfrentar las catástrofes naturales y por eso se creó el Fondo de pérdidas y daños que según algunas estimaciones debería ser de unos 400.000 millones anuales aunque hasta el momento no ha llegado ni a los 1.000 millones.

La COP30 viajará a la Amazonía

Después de Bakú, viene Belém en Brasil. La Amazonía acogerá el próximo año, por primera vez, una Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático que estará marcada por la discusión de las nuevas metas de emisiones bajo la sombra de Donald Trump.

Brasil será el anfitrión de la cumbre del clima de 2025, cuando se cumplirán diez años del Acuerdo de París. Un aniversario cargado de simbolismo en un momento en el que los impactos de la crisis climática son cada vez más visibles, generalizados y dañinos.

El mayor bosque tropical del planeta es un ejemplo de ello. Este año sufrió la peor sequía de las últimas décadas y hubo cientos de incendios forestales.

Estos impactos servirán de marco para la discusión en la COP30. Lula fue el primero en resaltar la importancia de la cita hace unos días en la cumbre de líderes del G20, celebrada en Río de Janeiro.

«Será nuestra última oportunidad de evitar una ruptura irreversible en el sistema climático», advirtió.


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