Mosca antártica: La centinela del cambio climático en el continente blanco
Tiempo de lectura: 2 minutos Una reciente investigación revela cómo el único mosquito alado de la Antártica, Parochlus steinenii, es clave para entender la respuesta de los ecosistemas frente al cambio climático.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Chile, en colaboración con centros de investigación internacionales, arrojó luz sobre cómo Parochlus steinenii, una de las pocas especies de insectos nativos de la Antártica, ha logrado sobrevivir y adaptarse a lo largo de milenios en uno de los entornos más hostiles del planeta.
“El análisis filogeográfico muestra una estructura genética compleja y una diversificación antigua, lo que sugiere que las poblaciones de esta mosca han logrado superar múltiples periodos glaciares refugiándose en zonas protegidas del continente”, señaló el académico del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias y coautor del estudio, Elie Poulin.
“Este insecto es una prueba viviente de la resistencia biológica y la capacidad de las especies para adaptarse a cambios climáticos extremos”, agregó el director del Instituto Milenio Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (BASE).
El estudio, publicado en la prestigiosa revista Frontiers in Ecology and Evolution, se centró en la comparación de muestras genéticas de poblaciones de este insecto recolectadas en distintos puntos de la Antártica y de áreas subantárticas, revelando patrones de divergencia genética que apuntan a eventos de aislamiento prolongado.
Esta capacidad de sobrevivir en condiciones extremas y de regenerarse tras periodos glaciales prolongados tiene implicancias significativas para la biodiversidad polar en un contexto de calentamiento global acelerado.
“Esta mosca no es solo un testimonio del pasado climático de la Antártica, sino también un modelo valioso para anticipar los impactos del cambio climático en la fauna polar. Su estudio nos permite entender mejor las adaptaciones evolutivas necesarias para sobrevivir en ambientes extremos”, indicó Claudia Maturana, bióloga de la Universidad de Chile e investigadora postdoctoral del plantel y del Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC).
“Conocer cómo estos organismos se han adaptado a lo largo de miles de años nos proporciona pistas vitales para prever la respuesta de los ecosistemas ante las actuales y futuras crisis climáticas”, añadió.
La investigadora ha dedicado su carrera al estudio de ecosistemas antárticos y subantárticos, labor por la cual fue reconocida con el Premio L´Oréal Chile – Unesco For Women in Science 2021, galardón que busca distinguir la excelencia en la investigación de jóvenes científicas, apoyar el futuro talento y aportar a la difusión de la ciencia en nuestro país.
La importancia de los ecosistemas polares
Los ecosistemas antárticos y subantárticos, que albergan a especies altamente especializadas y adaptadas, están bajo amenaza debido al cambio climático y a la actividad humana. Estos entornos han servido como refugios de biodiversidad y laboratorios naturales para estudiar la resiliencia biológica.
“El estudio de P. steinenii y de otros organismos similares nos ayuda a construir un mapa evolutivo de cómo la vida puede resistir y prosperar en condiciones extremas, lo cual es fundamental para desarrollar estrategias de conservación y protección en un mundo donde el cambio climático avanza rápidamente”, señaló el Dr. Poulin.
El trabajo también destaca la necesidad de conservar estos ecosistemas únicos y de reconocer el papel de los insectos en la estabilidad ambiental. “Los insectos son a menudo subestimados en términos de su importancia ecológica, pero en regiones como la Antártica, su función es vital para el equilibrio del ecosistema. Estos pequeños organismos son centinelas del cambio y pueden ser la clave para entender cómo las comunidades biológicas más complejas reaccionarán a los cambios ambientales”, añadió Maturana.