Chile, el primer país en ratificar el Tratado de Alta Mar
Tiempo de lectura: 3 minutos Por unanimidad, el Senado aprobó el denominado Acuerdo sobre la biodiversidad marina más allá de la jurisdicción nacional (BBNJ, por su sigla en inglés), que fue acordado por los países que forman parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2023 tras dos décadas de negociaciones.
Este martes, el senado aprobó el Tratado Global de los Océanos de Naciones Unidas, lo que transforma a Chile en el primer país del mundo en ratificar este importante acuerdo, cuyo objetivo es la conservación de la biodiversidad marina en alta mar.
Desde organizaciones chilenas, como Greenpeace y Oceana celebraron el acuerdo:
“Es una muy buena noticia para los océanos y su biodiversidad (…). Celebramos la ratificación que hoy realizó el senado y esperamos que sea una potente señal para que los demás países lo ratifiquen y entre pronto en vigor”, afirmó Estefanía González, Subdirectora de Campañas de Greenpeace Chile.
“Como Oceana valoramos enormemente el interés del país por ser pionero en estas temáticas, confirmando el liderazgo en conservación marina demostrado a nivel nacional, donde hemos concretado la protección de más del 40% de nuestra Zona Económica Exclusiva”, señaló Felipe Paredes, Director de las campañas de Protección de Hábitat de Oceana en Chile.
20 años de negociaciones
El año 1982, Las Naciones Unidas constituyeron un acuerdo que estableció derechos soberanos de los países sobre sus costas y que, entre otras cosas, fijó las zonas económicas exclusivas en las 200 millas. Este tratado se llamó Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar y se mantiene vigente desde el año 1994 (Chile firmó en 1997).
Sin embargo, este tratado consideró obligaciones mínimas sobre el cuidado y conservación de la biodiversidad del mar más allá de los límites soberanos. De ahí, que el año 2004 se iniciara el primer equipo de trabajo de la ONU para detectar los “vacíos” que dejó este acuerdo.
“Las aguas internacionales representan 2/3 de los océanos y quedaron sin herramientas para su protección y por lo mismo, vulnerables para ser sometidas a diversas actividades industriales destructivas, sin ningún tipo de control o fiscalización”, explica Estefanía González, Subdirectora de Campañas de Greenpeace Andino.
En virtud de generar un cambio, comenzó una cruzada por lograr la protección del 30% de los océanos para el año 2030, convocatoria que movilizó a 5,5 millones de personas a través del mundo y sumó a figuras como Jane Fonda y Javier Bardem.
La solicitud fue escuchada y en 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó el desarrollo de un nuevo acuerdo. En seguida, se creó el primer “Comité Preparativo” y posteriormente se organizó una serie de encuentros intergubernamentales en los que se definieron los elementos clave para este nuevo tratado.
Mientras duraron las negociaciones, Greenpeace participó de forma activa y directa con los gobiernos locales y en Naciones Unidas, elaborando estudios y presentando informes que detallaron las amenazas a las que están sometidos los océanos, y la importancia de preservar los ecosistemas marinos.
Finalmente, en marzo del año pasado los Estados miembros llegaron a un acuerdo y la ONU aprobó un nuevo Tratado Global de los Océanos, que avanza en la protección de alta mar y toda su biodiversidad.
“Estamos hablando de la adopción de uno de los tratados ambientales más importantes de las últimas décadas y en el que, a lo largo de todo su proceso, los países de nuestra región y particularmente Chile, tuvieron un rol clave liderando su debate”, afirma la vocera de Greenpeace.
60 países
Para que este tratado entre en vigor, debe ser ratificado por al menos 60 países, lo que se espera se cumpla previo a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos que se realizará en Francia, en junio de 2025.
“Por eso es histórico que Chile sea el primero en dar este paso, es una señal importantísima y urgente. Sin un tratado vigente, no podemos avanzar en las acciones de protección que el planeta necesita» , añade Estefanía González.
Fuente: Greenpeace y Oceana