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Investigadoras desarrollan envase para carnes en base a bacterias de la Antártica

Investigadoras desarrollan envase para carnes en base a bacterias de la Antártica

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Tiempo de lectura: 2 minutos Mediante una fibra electrohilada, un equipo de investigación de la Universidad de la Frontera busca aplicar la tecnología en otros alimentos para reducir las pérdidas y fortalecer su conservación.

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Un grupo de investigadoras de la Universidad de la Frontera (UFRO) dio un gran paso en la innovación chilena tras presentar un proyecto que elabora material para envases de carnes a partir de compuestos extraídos desde la Antártica.

En concreto, las científicas lograron recopilar y caracterizar metabolitos secundarios de bacterias antárticas, las cuales contienen propiedades antioxidantes y antimicrobianas, lo que podría optimizar la preservación de alimentos.

Específicamente, el material que permite la creación de un envase, está desarrollado en base a los compuestos bioactivos de bacterias antárticas, logrando extender la vida útil de los alimentos y reforzar su inocuidad, evitando la proliferación de microorganismos y la oxidación de la carne.

Gracias a la innovadora propuesta, el equipo encabezado por la microbióloga cubana, Dayaimi González, resultó ganador de la convocatoria organizada por la UFRO y Agrosuper, donde se busca generar soluciones innovadoras que aborden desafíos de la cadena de valor de la compañía.

«Estas bacterias, al vivir en condiciones extremas, producen compuestos novedosos con un alto potencial biotecnológico», explicó González.

Dayaimi González. Créditos: UFRO.

Dayaimi González. Créditos: UFRO.

Futuras aplicaciones

De esta manera, la idea consiste en insertar los compuestos en una fibra electrohilada, la cual genera una protección natural, y prolonga la frescura de alimentos, algo que podría reducir notablemente las mermas en la cadena productiva.

«La mayoría de los envases bioactivos actuales utilizan compuestos extraídos de plantas. Nosotros buscamos aportar con una alternativa basada en microorganismos de ambientes extremos, capaces de producir sustancias con propiedades únicas«, agregó la científica.

Ahora, las investigadoras evalúan si la fibra «mantiene sus propiedades antimicrobianas y antioxidantes al ser aplicada en un envase, y además probando su porosidad y capacidad de liberar los compuestos activos en el entorno donde está el alimento».

Finalmente, entre los próximos seis a ocho meses, esta tecnología podría ser aplicada también en frutas, vegetales y otros alimentos de alto contenido de agua.

«A nivel mundial, este tipo de soluciones se está investigando intensamente. Sin embargo, el uso de compuestos de bacterias antárticas y la combinación de funcionalidades antimicrobianas y antioxidantes en un mismo envase nos da una diferencial«, destacó la estudiante de doctorado en Ciencias mención Biología Celular y Molecular Aplicada.


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