Investigadora chilena estudia bacterias nativas para proteger viñedos

Tiempo de lectura: 2 minutos La investigadora Diyanira Castillo busca encontrar una solución natural frente al panorama actual de los viñedos en Chile, donde se han registrado pérdidas de entre el 39% y 46% en las viñas de Cabernet Sauvignon.
Frente al tenso panorama en el rubro vitivinícola en Chile, una investigación liderada por la estudiante del Doctorado en Biotecnología de la Universidad Técnica Federico Santa María (USM), Diyanira Castillo, analiza cómo las bacterias nativas de Chile podrían controlar las crecientes enfermedades.
Bajo la dirección de los académicos Dr. Michael Seeger y la Dra. Ximena Besoain, el equipo busca abrir caminos hacia el desarrollo de biopesticidas y alternativas más sostenibles.
En su estudio reciente, la investigadora del Núcleo Milenio BioGEM, explora el uso de bacterias nativas como agentes de control biológico contra el Neofusicoccum parvum, uno de los hongos más agresivos, causante de una de las enfermedades de la madera más destructivas para la vid (GTDs, de sus siglas en inglés).
Enemigo silencioso
Las GTDs, y en particular la causada por Neofusicoccum parvum, son un problema complejo que afecta a viñedos en todo el mundo. Estos padecimientos, causados por diversos hongos patógenos, merman la productividad al invadir el sistema vascular de la vid, provocando necrosis, cancros y, la muerte de partes o totalidad de la planta.
En viñedos de Cabernet Sauvignon, por ejemplo, se reportaron pérdidas que escalaron del 39% al 46% en un corto período. Tradicionalmente, el control se ha basado en prácticas culturales y el uso de fungicidas químicos, pero estos últimos generan preocupación por su impacto ambiental y la posible aparición de resistencias.
Bacterias nativas muestran alta eficacia
El equipo de investigación aisló y evaluó diversas cepas bacterianas provenientes de la flora nativa chilena, un reservorio de biodiversidad con un potencial biotecnológico aún por explorar. Los resultados fueron contundentes: algunas cepas, pertenecientes al género Pseudomonas, lograron inhibir el crecimiento del hongo Neofusicoccum parvum en más de un 30% en condiciones de laboratorio.
Este nivel de inhibición es significativo y sugiere un fuerte potencial para el desarrollo de biopesticidas, dado que los productos, basados en organismos vivos o sus derivados, son una herramienta clave para la agricultura sostenible.
Más allá del control de patógenos, Castillo subraya el valor de esta línea de investigación para la conservación. «No podemos hablar de proteger nuestro ecosistema si, al mismo tiempo, se están utilizando prácticas dañinas, ya sea el uso excesivo de cobre y otros químicos que destruyen no solo sus cultivos, sino todo el entorno», enfatizó Castillo.
Finalmente, el desafío futuro es doble: validar los resultados en condiciones de campo y transferir esta tecnología a quienes más la necesitan.
«El próximo gran reto es llevar estos avances a los pequeños agricultores (…). Es necesario cambiar esa mentalidad de que solo los químicos garantizan producción y ganancias cuando, en realidad, están dañando el ecosistema y su propia salud a largo plazo», puntualizó la investigadora.