Asentamientos irregulares aumentan riesgos en Quebrada de Macul
Tiempo de lectura: 4 minutos A treinta y un años del aluvión de 1993, investigadoras e investigadores del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres, reflexionan en torno a la realidad de un sector que aún está altamente expuesto al riesgo aluvional.
Un aluvión es una mezcla de sedimento y agua lluvia, cuyo flujo arrastra todo a su paso, debido al efecto de la pendiente que generalmente, traza su camino hasta llegar a zonas más bajas. Bajo estas características, el sector de la Quebrada de Macul fue hace treinta y un años, escenario de uno de los desastres más grandes que ha vivido la Región Metropolitana.
Este fenómeno hidrometeorológico es uno de los casos de estudio del Centro de Investigación para la Gestión Integrada del Riesgo de Desastres (CIGIDEN). Ejemplo de ello y de las acciones que se han realizado en torno a este tema, es la entrega de un lienzo conmemorativo, pintado por el artista Sebastián Riffo, en el contexto de la trigésima conmemoración de este aluvión en 2023 y como parte de las actividades que realiza la unidad de Desastres y Artes de CIGIDEN; denominada DESARTES y que lidera el investigador Ignacio Gutiérrez.
La importancia de la planificación territorial
Las cifras que dejó el aluvión de 1993 son 32.654 mil damnificados, 307 viviendas destruidas, 5.600 viviendas dañadas, 8 desaparecidos, 85 heridos, y la pérdida de 26 vidas humanas.
Magdalena Vicuña es investigadora principal de CIGIDEN y académica del Instituto de estudios Urbanos y Territoriales UC. Como experta en planificación territorial, indica que para avanzar en una mejor prevención y mitigación de un posible desastre, es importante la distinción de los niveles de riesgo, es decir, “cuando el nivel de riesgo es bajo y/o medio, es posible reducirlo con medidas de mitigación y evacuación, pero cuando es alto, hay que tomar medidas como la erradicación de las viviendas informales”, asegura.
La investigadora recalca que la planificación urbana debe ir acompañada de conciencia y educación ciudadana, por las escuelas son una de las instancias a las que hay que llegar con información actualizada y recomendaciones. “A través de los niños podamos llegar a los adultos y no solo con medidas de evacuación, sino que también con información que nos diga cómo habitar estos territorios más expuestos al riesgo de aluvión», señala Vicuña.
Junto con lo anterior, la actualización de los instrumentos de planificación territorial es urgente, ya que en muchos casos, estas directrices se encuentran desactualizadas y distan del avance de las ciudades y su crecimiento, por lo que a juicio de la experta, “los centros de investigación tenemos un rol importante en cuanto a aportar para el desarrollo y actualización de las políticas públicas vigentes”.
Expansión urbana y mercado inmobiliario
En tanto, el candidato a doctor en Arquitectura y Estudios Urbanos UC y estudiante doctoral de CIGIDEN, Sebastián laclabere, aborda la amenaza de aluvión en su investigación denominada “Límites y desastres socio-naturales: Hacia una concepción integral del borde urbano como espacio de articulación entre ciudad informal, entorno natural y áreas de riesgo”.
“Es importante entender que el problema de la ocupación de territorios que están expuestos a este tipo de desastres, no recae solamente en los asentamientos informales, sino que también hay una presión por parte del mercado inmobiliario por ocupar el piedemonte y eso es arriesgado”, advierte Laclabere.
Los resultados preliminares de su investigación doctoral indican que el resurgimiento de los asentamientos irregulares se acentuó post pandemia, junto con el incremento migratorio en latinoamérica. “El problema de los campamentos es un problema que llegó para quedarse y que no tiene una solución rápida”, sostiene.
La crisis habitacional expuesta al riesgo de desastre
A juicio de la candidata a doctora en Sociología UC y profesional CIGIDEN, Katherine Campos, la situación de habitabilidad en la en la Quebrada de Macul es bastante compleja. “En primer lugar, es una zona que hace unos años tuvo el resurgimiento de un campamento, justamente en la parte de la quebrada, y esto es algo que en realidad ha ido pasando en varias ciudades” dice, agregando que “justamente son los grupos de menores ingresos los más golpeados por la crisis habitacional y quienes terminan ubicándose en zonas que son más expuestas al riesgo de desastre”.
Conforme a ello, Campos indica que las políticas públicas, en materia de superación de la pobreza y déficit habitacional, deberían dialogar con las políticas de gestión del riesgo de desastres, porque el abordaje de los problemas sociales es una forma de contribuir a la reducción de la vulnerabilidad y, por tanto, evitar que grupos de población estén expuestos de forma cotidiana a amenazas de pequeña y gran envergadura.
Uno de los elementos a disposición para abordar esta problemática es la Ley 21.364, que establece el Sistema Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (SINAPRED), sin embargo, en la actualidad se ha detectado que existe una brecha en la implementación de la Ley por temas de recursos económicos y humanos.
Esta ley establece que los Comités de Gestión del Riesgo de Desastres (COGRID) deben operar en distintos niveles políticos administrativos. “Estos comités deberían operar de manera constante y no solamente, ante una emergencia, es decir, funcionar también en un contexto de mitigación y prevención, construyendo una estrategia que permita la participación, tanto de las organizaciones sociales, como de las entidades públicas y otros actores relevantes, aunque no está establecido en la ley de esta forma, el COGRID tienen la potencialidad de ser un espacio donde los actores sociales puedan participar y vincularse con la gestión del riesgo de desastres”, explica la socióloga.
¿Cómo podríamos solucionar el déficit habitacional?
Según el investigador de CIGIDEN y académico del Departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica UC, Matías Hube, la vulnerabilidad social está relacionada con el déficit de vivienda y esto ha aumentado en los últimos años. “Hoy necesitamos dar soluciones de vivienda, en cantidad y en costo, además de tomar en cuenta las necesidades de las personas”, explica. Un ejemplo que entrega es que hoy “la sociedad requiere mucho más viviendas unipersonales que antes. Las familias ahora son una o dos personas”.
Hube señala que uno de los caminos para resolver este tema, es la readecuación y reutilización de edificios abandonados. “Hay muchos edificios de cuatro pisos, como los blocks, que podrían mejorarse ¿cómo? Aumento de sus pisos, reacomodación, mejoramiento de su espacio y que estén ubicados en buenos terrenos sin tener que demoler”, propone.
Asimismo, plantea la necesidad de trabajar de manera multisectorial, “con ingenieros que estén diseñando nuevos métodos constructivos, y arquitectos que están trabajando nuevos diseños de vivienda y en planes reguladores, por ejemplo”, propone el académico UC.