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Chile: Un laboratorio natural para la ciencia

Chile: Un laboratorio natural para la ciencia

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Tiempo de lectura: 4 minutos En el marco de la Semana de la Ciencia, destacamos la ciencia hecha en Chile que ha sido posible de desarrollar gracias a los atributos del territorio nacional. Desde la magnitud de contaminantes en la Antártica hasta la observación de los sistemas planetarios en el desierto de Atacama.

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Chile tiene una extensión de más de 4 mil kilómetros entre los fríos parajes de la zona austral hasta el desierto y altiplano del extremo norte. A ello se suma la Cordillera de los Andes y el Océano Pacífico, y si vamos más allá del continente sudamericano encontramos la Antártica Chilena y un conjunto de islas y archipiélagos en la Polinesia.

Con todas estas características, el país ha sido catalogado como un laboratorio natural. Este concepto viene a agrupar a aquellos territorios con variados ecosistemas y microclimas, que propician la realización de importantes proyectos de ciencia y tecnología. Desde la Astronomía, la Oceanografía, la Vulcanología, la Geofísica, la Geología o la Biología, entre otras diversas disciplinas son las que se han podido desarrollar en Chile.

A continuación, te presentamos algunos ejemplos de diversas investigaciones que se están llevando a cabo en el país y que han sido reconocidas en el extranjero.

1) Formación planetaria desde el desierto de Atacama

Las condiciones excepcionales que presentan ciertos parajes y cielos de Chile ha dado lugar al desarrollo de la Astronomía. Ejemplo de ello que, actualmente, existen más de 40 observatorios astronómicos en el país. Y si se trata de investigadores, una de las que está destacando en esta disciplina es Laura Pérez, con sus estudios que buscan entender la formación planetaria. Recientemente, la investigadora del Centro de Astrofísica CATA fue reconocida en la categoría “2024 New Horizons Prize in Physics”.

El foco de Pérez ha estado en observar los discos protoplanetarios que muestran la existencia de regiones donde el polvo es acumulado y atrapado, lo que se conoce como «dust traps«. Es ahí donde el material sólido se concentra y permite la formación planetaria. Si no existieran, este material terminaría siendo absorbido por la estrella en un fenómeno llamado deslizamiento radial.

Para la astrónoma, el telescopio ALMA, en el desierto de Atacama, fue clave en el estudio de los discos protoplanetarios ya que con él ha podido distinguir las regiones donde el polvo sobrevive al deslizamiento radial, en subestructuras tales como anillos y vórtices en estos discos.

«Chile es un lugar particular en el mundo. Necesitas de lugares altos, y ahí tienes la cordillera, secos, con atmosferas estables, entonces, estar cerca del mar te da esa estabilidad, y planos. Ahí están sus características como laboratorio natural«, dice Pérez.

«Pero también hay algo que han hecho astrónomos, que es gestar una política de acceso a estos instrumentos gigantes que fueron siendo instalados en nuestro país. Eso ha tenido un impacto significativo en mi carrera, porque si no permitiéramos el acceso de científicos al país para hacer descubrimientos, la ciencia se vería afectada», comenta la astrónoma.

2) Una plataforma de monitoreo volcánico desde Chile a Latinoamérica

Se trata de VOLCANOMS (Volcanic Anomalies Monitoring System), la primera plataforma de monitoreo volcánico satelital en Latinoamérica, que permite al público general tener acceso de manera gratuita al seguimiento de volcanes activos en todo el mundo.

A través de imágenes satelitales Landsat de alta resolución se captan las imágenes de volcanes cada 16 días. Además, es una herramienta colaborativa que se retroalimenta colectivamente de información, a través de los datos que vayan ingresando otros investigadores a la plataforma.

«Esta herramienta es de colaboración, donde cualquier investigador que quiera procesar sus propias imágenes lo puede hacer. Nos ha resultado muy bien la colaboración con Perú, Costa Rica y Colombia para monitorear volcanes«, destaca la líder del proyecto e investigadora de Ckelar Volcanes, Susana Layana.

3) Monitoreo del océano con IA para salvar cetáceos

La costa chilena es el hábitat del 43% de las especies de cetáceos en el mundo. Se trata de una especie que está en amenaza y uno de los principales factores son los navíos. A nivel anual, se estima que al menos 20 mil ballenas mueren en colisiones con embarcaciones. Con el fin de enfrentar esta problemática, la bióloga marina Marcela Ruíz y el ingeniero acústico Roberto Flores crearon Acústica Marina. Esta startup diseña y fabrica boyas inteligentes para resguardar estas y otras especies marinas en la costa chilena.

La tecnología analiza en tiempo real el ruido submarino que proviene de fuentes antropogénicas, biológicas y geológicas. Luego, esos datos son analizados por inteligencia artificial para detectar de dónde proviene el sonido y clasificarlos. Esta información permite alertar a las embarcaciones sobre la presencia de fauna marina.

«Hay varias problemáticas relacionadas con los sonidos del océano, por ejemplo, a través del procesamiento de los sonidos podemos ver algunas actividades ilícitas, como la pesca ilegal, que es una problemática grande a nivel mundial que además distorsiona la actividad. Escuchando los barcos podemos aportar a que se detecten de forma temprana y eficaz esos ilícitos«, menciona Ruíz.

4) Tras la huella de nuevas aves en Tierra del Fuego

Un trabajo de monitoreo realizado por Wildlife Conservation Society (WCS) permitió identificar nuevas especies de aves que cohabitan en el islote Albatros, en Tierra del Fuego. Con una superficie de 11,83 hectáreas y 1,55 kilómetros lineales de borde costero, este lugar alberga el 39% de los mamíferos marinos y el 65% de las aves presentes en Magallanes.

Antes del estudio, había un registro de 29 tipos de aves registradas en el islote, pero esta cifra aumentó a 42 tras detectar 13 nuevas especies, por lo que el trabajo de monitoreo aumentó la riqueza de fauna registrada.

Entre las nuevas especies halladas se encuentran la becacina grande (Gallinago stricklandii), el carpintero negro (Campephilus magellanicus) y el salteador chileno (Stercorarius chilensis).

«Gracias a este seguimiento que fuimos haciendo pudimos descubrir que habitaban otras especies de aves. Este islote era muy importante para otras aves de la región«, comenta la asistente de dirección científica de WCS.

5) Estudiar los contaminantes en la Antártica

Un grupo de investigadores realizó la primera revisión de compuestos reportados en la atmósfera antártica entre 1980 y 2021.

El análisis evidenció una disminución de las concentraciones de compuestos sintéticos en la atmósfera en el periodo analizado, como los PCB. En el caso de otros compuestos, como HCH y DDT, se informaron altas concentraciones atmosféricas durante la década de 1990 a 1999, pero estos compuestos estuvieron muy restringidos desde la década de 1970.

El líder del estudio y académico del Centro GEMA U. Mayor, Cristóbal Galbán, destacó la riqueza del Continente Blanco, pero enfatizó que ha sido poco estudiado: «El Ártico está mucho mas estudiado que la Antártica, que tiene que ver con los países que rodean al Ártico, que hacen más investigación. En el Ártico hay redes de monitoreo que trabajan desde hace 20 años que tienen muestras diarias y en la Antártica todo ha quedado restringido a grupos de investigación que hacen pequeños trabajos. No es que no se esté investigando, sino que somos menos grupos y con una menor consistencia».


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