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¿Qué pasa en el cerebro cuando invertimos las palabras?

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Tiempo de lectura: 2 minutos Un estudio, que contó con la participación de investigadores BrainLat UAI, arrojó que existen diferencias físicas en el cerebro de las personas que practican esta forma de hablar de manera experta en comparación con aquellos que no poseen esta habilidad.

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¿Puede la inversión del habla afectar a la estructura y función de su cerebro? ¿Cómo desarrolla una persona normal una habilidad completamente atípica como hablar al revés? Estas fueron las preguntas que se plantearon Agustín IbañezSol Fittipaldi, investigadores de BrainLat de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), en conjunto con un equipo internacional de investigadores.
El grupo desarrolló un estudio publicado en Nature que estuvo enfocado en la comunidad de «La Laguna» en España, conocida por hablar invirtiendo el orden de los fonemas en las palabras. Esto significa que las sílabas en una palabra se invierten, pero los sonidos individuales se mantienen iguales. Un ejemplo, utilizado en el estudio, es nasbue chesno, que corresponde a buenas noches y es utilizado de manera frecuente en la comunidad. Aunque este fenómeno pueda parecer trivial como una práctica popular y tradicional, en realidad representa un tema de investigación fascinante.
Los resultados revelaron ventajas conductuales en la inversión de palabras y frases, así como cambios en la anatomía cerebral, como la difusión de sustancias blancas y la conectividad funcional en regiones del sistema dorsal y ventral que están involucradas en operaciones lingüísticas.
Además, se observaron áreas complementarias que subyacen a procesos visuales y habilidades generales de dominio. En resumen, se encontraron diferencias físicas en el cerebro de las personas que practican esta forma de hablar de manera experta en comparación con aquellos que no poseen esta habilidad.

Ganadores de Ig Nobel

El estudio fue galardonado por los Ig Nobel, que se otorgan a investigaciones que, además de cumplir con los requisitos habituales de rigor en los datos y replicabilidad de los resultados, tienen aspectos que las hacen divertidas.

“Este reconocimiento es significativo no solo porque visibiliza nuestra investigación, sino también porque demuestra que la ciencia puede ser divertida. Nuestro enfoque consistió en estudiar los cambios plásticos en la estructura y función del cerebro en individuos que pueden hablar de forma espontánea y fluida de manera completamente invertida, un fenómeno excepcional que contribuye al conocimiento de la plasticidad cerebral”, comentó Agustín Ibáñez, miembro del equipo investigador y director del instituto BrainLat.

Fuente: UAI


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