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La presión arterial elevada estaría relacionada a un mayor deterioro cognitivo

La presión arterial elevada estaría relacionada a un mayor deterioro cognitivo

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Tiempo de lectura: 2 minutos El ensayo clínico demostró que mantener la hipertensión bajo control no solo beneficia la salud cardiovascular, sino que también reduce significativamente el riesgo de deterioro cognitivo.

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La demencia representa uno de los mayores desafíos de salud pública a nivel global. Se proyecta un aumento en el número de afectados en las próximas décadas, pasando de 57,4 millones en 2019 a 152,8 millones para 2050.

Frente a este escenario, la búsqueda de estrategias preventivas es crucial. Un reciente estudio a gran escala, publicado en la prestigiosa revista Nature Medicine, aporta evidencia sólida sobre una intervención clave: el control efectivo de la hipertensión arterial.

En detalle, el estudio se realizó con una muestra de 33.994 personas mayores de 40 años que vivían en zonas rurales en China, todas ellas con hipertensión no tratada al iniciar el ensayo.

Con la evidencia en mano, los científicos sugieren una potente conexión entre la salud vascular y la salud cerebral. Los resultados mostraron que tomar medidas para reducir la presión arterial elevada podría ser una herramienta fundamental para disminuir la incidencia mundial de demencia.

Un ensayo clínico revelador

Los participantes fueron divididos en dos grupos. El grupo de intervención consideró a 17.407 personas que recibieron un enfoque proactivo: medicación antihipertensiva supervisada por profesionales de salud comunitarios no médicos o bien llamados «médicos de pueblo».

Estos cambios incluyeron recomendaciones específicas para la pérdida de peso, la reducción del consumo de sodio en la dieta y la disminución de la ingesta de alcohol, además de un seguimiento para asegurar la adherencia al tratamiento.

Por otro lado, el grupo de control recibió formación básica sobre el manejo de la tensión arterial y se les realizaron mediciones periódicas en centros de salud, pero sin la intervención intensiva del otro grupo. El seguimiento se extendió durante un período de 48 meses, tiempo durante el cual se monitorizó la evolución de ambos grupos.

Menor riesgo de demencia

Los resultados fueron claros y estadísticamente significativos. El grupo que recibió la intervención intensiva logró un control de la presión arterial considerablemente mejor, con un mayor porcentaje de pacientes alcanzando los niveles objetivo en comparación con el grupo de control.

Este mejor control se tradujo directamente en beneficios cognitivos: el riesgo de desarrollar demencia por cualquier causa se reduce en un 15%, mientras que el riesgo de deterioro cognitivo disminuyó en un 16%.

Además, la investigación corroboró el peligro de no tratar la hipertensión: el estudio observó que las personas con hipertensión no tratada tenían un riesgo un 42% mayor de desarrollar demencia a lo largo de su vida en comparación con participantes sanos.

Lo anterior refuerza la idea de que pruebas probadas y efectivas para bajar la presión arterial podría ser crucial para mitigar el impacto global de la demencia.


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