Prácticas ancestrales de pueblos patagónicos ayudan a recuperar los ecosistemas
Tiempo de lectura: 2 minutos Los investigadores concluyeron un impacto positivo de las prácticas ancestrales para la conservación y repoblación de los ecosistemas en canales y fiordos de la Patagonia chilena.
Un reciente estudio, publicado en la revista británica People and Nature, reveló cómo las prácticas ancestrales de pueblos originarios de la Patagonia chilena no solo son parte integral de su cultura, sino que también contribuyen a la salud y resiliencia de los ecosistemas locales.
El articulo, titulado «Aportes recíprocos: perspectivas y voces indígenas sobre experiencias marino-costeras en los canales del norte de la Patagonia chilena», fue coescrito por diez autores, siete de los cuales son dirigentes y/o representantes de comunidades indígenas de la zona.
En detalle, los investigadores se centraron en los «corralitos de Pirene» en la isla Apiao (Chiloé) y los «arreglos subacuáticos» en isla Ascensión. La primera es una práctica que consiste construir pequeños montículos de cantos rodados para fomentar la reproducción del pez «pille». Mientras que la segunda, es llevada a cabo por buzos mariscadores que restauran manualmente el suelo marino afectado por la sobrepesca, con el fin de restablecer la biodiversidad.
«Estas prácticas funcionan más bajo la lógica de funciones ecosistémicas, o sea, yo formo parte de una cadena de reacciones y de interacciones, que si la hago de tal manera, voy a generar relaciones positivas», expresó el encargado de Conservación a Escala Local del Programa Austral Patagonia UACh, Ricardo Álvarez
Pese a que esta práctica está orientada a la subsistencia, recrea ecosistemas marinos saludables en áreas sobreexplotadas, beneficiando a una amplia gama de especies.
Un legado indígena clave para el cuidado
Las prácticas ancestrales de los pueblos originarios patagónicos se basan en la conciencia de que cualquier intervención en el medioambiente tiene un impacto en todo el ecosistema. Este enfoque, donde la reciprocidad y el equilibrio son clave, permite a las comunidades contribuir activamente a la conservación de la biodiversidad.
«Estos intercambios entre humanos y biodiversidad, o viceversa, demuestran una cooperación que resulta en beneficios materiales e inmateriales», redactó el estudio.
El investigador, además, destacó estas prácticas como esfuerzos continuos para mitigar los efectos de la degradación ambiental. En ese sentido, la publicación busca validar estas costumbres y resaltar el papel que desempeñan las comunidades indígenas en la protección de los ecosistemas patagónicos.
«Lo que están diciendo las comunidades indígenas es permítannos manifestar nuestras costumbres porque gracias a nosotros es que todavía esto está aguantando«, indicó el investigador.
Por otro lado, el llamado a reconocer y apoyar a estas comunidades es fundamental para permitir su expansión y contribución a la resiliencia ecosistémica. El estudio aboga por un cambio de paradigma en la conservación, donde el conocimiento tradicional y la ciencia se complementen para abordar los desafíos ambientales de forma efectiva.
«Con esto, lo que queremos demostrar es que las costumbres, en su manifestación en libertad constantemente, de manera silenciosa y muy sencilla, están sosteniendo un ecosistema que está siendo alterado de manera dramática», sostuvo Álvarez.