Contaminación en la Antártica: Científicos chilenos investigan su impacto en la fauna y ecosistemas
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Tiempo de lectura: 3 minutos Un equipo de investigadores de la Universidad Mayor viajó a la Antártica, donde analizaron la presencia de hidrocarburos, contaminantes orgánicos persistentes y mercurio en el aire, agua, peces y ballenas, revelando la preocupante llegada de contaminantes antropogénicos a uno de los ecosistemas más prístinos del mundo.
Rosario Vargas, estudiante de doctorado en Ecología Integrativa de la Universidad Mayor y parte del Centro GEMA (Genómica, Ecología y Medio Ambiente), participó en la primera campaña científica del rompehielos «Almirante Viel«.
Durante la travesía, que abarcó desde el mar de Drake hasta el mar de Weddell, recolectó muestras de agua y aire para analizar la concentración de hidrocarburos policíclicos aromáticos (PAHs) y contaminantes orgánicos persistentes (POPs).
Estos compuestos, provenientes de la combustión de combustibles fósiles y de la actividad industrial, viajan largas distancias y se acumulan en los ecosistemas polares, con potenciales efectos negativos en la fauna.
«Anteriormente habíamos encontrado contaminantes como pesticidas en la zona. Nos interesa ver cuán difundidos están en la Antártica y llegar a otros lugares donde no hemos ido», explicó Vargas. La investigadora destacó la importancia del rompehielos «Viel» como plataforma para la investigación científica y abogó por su uso continuo en la Antártica.
El Dr. Cristóbal Galbán, director del laboratorio al que pertenece Vargas, enfatizó la relevancia de la investigación en la Antártica: «Permite estudiar la zona que teóricamente debería tener menor grado de contaminación, pero, debido a las dinámicas de transporte atmosférico, todos los contaminantes que emitimos en latitudes medias acaban llegando ahí«.
Galbán, quien realizó una expedición similar hace una década, busca monitorear contaminantes clásicos y emergentes para evaluar la efectividad de las políticas de reducción de emisiones.
Impacto de la contaminación en la fauna antártica
En paralelo, los académicos del Centro para la Resiliencia, Adaptación y Mitigación (CReAM) de la Universidad Mayor, Gustavo Chiang y Paulina Bahamonde, participaron en la 61ª expedición científica antártica del Instituto Antártico Chileno (INACH) en la Isla Rey Jorge.
La Dra. Bahamonde lideró un proyecto para estudiar la presencia y los efectos de contaminantes emergentes asociados a las aguas servidas. Su equipo recolectó muestras del pez Harpagifer antarcticus para evaluar cómo la contaminación local, proveniente de las bases científicas y militares de la Bahía Fildes, interfiere en su reproducción y desarrollo sexual.
«La importancia de esta investigación es que no hay ciencia asociada a las aguas servidas«, subrayó Bahamonde.
Por su parte, el Dr. Chiang investiga el impacto del mercurio en las ballenas. Este metal pesado, considerado uno de los diez contaminantes ambientales más nocivos por la OMS, se acumula en la cadena alimentaria y representa una amenaza para la fauna antártica. El equipo de Chiang recolectó biopsias de piel y grasa de 15 ballenas, además de realizar fotoidentificación y fotogrametría con dron para evaluar su tamaño y condición corporal. Incluso, utilizaron una cámara térmica en el dron para analizar la fisiología de las ballenas a través de la temperatura de su soplido.
El Dr. Chiang, con más de 14 años de experiencia en la Antártica, expresó su preocupación por los cambios observados debido al calentamiento global, como la disminución de la nieve, el aumento de la vegetación y la reducción de las poblaciones de aves.
«Por eso destaco el trabajo multidisciplinario que se está realizando, de modo de tener una mirada más amplia de las problemáticas que están ocurriendo», concluyó. Estos estudios en la Antártica no solo revelan el alcance de la contaminación global, sino que también subrayan la necesidad de implementar medidas para proteger este ecosistema vital para el planeta.