Filósofa eslovena planteó que la ira no necesariamente es una señal negativa
Tiempo de lectura: 2 minutos Contrario a la creencia colectiva, la ira y la rabia han sido históricamente dos sentimientos estudiados como un aporte a la vida personal, colectiva y curiosamente política. En Congreso Futuro, la socióloga Renata Salecl reflexionó sobre estos postulados.
Durante el la jornada de jueves, la filósofa eslovena, Renata Salecl profundizó en las dos emociones negativas recurrentes en el contexto actual: tiempos de guerra, cambio climático y la incertidumbre de las nuevas tecnologías. Su principal propuesta vinculó estos sentimientos como algo positivo.
‘Para algunos esos sentimientos de ira, vinculados a fantasías y distracción pueden traer temporalmente un sentimiento de fortaleza‘, enfatizó la teórica jurídica.
Tres emociones, cuatro síntomas
De acuerdo con Salecl, la ansiedad, la culpa y la insuficiencia son sentimientos que contribuyeron al origen de nuevos síntomas como el burn out, conocido como el síndrome de desgaste profesional. El quiet quitting, o la renuncia silenciosa, el Tang Ping, la filosofía apática china que rechaza el trabajo excesivo y Bai Lan, o ‘dejar que se pudra’ que llama a renunciar a todo e intentar sobrevivir.
En Estados Unidos, detalló la investigadora, el 50% de los trabajadores apoyaban la idea de la renuncia silenciosa, además del sentimiento de insuficiencia y reemplazo que temen.
Psicoanalistas han estudiado las mentes de jóvenes sobre distintas fantasías a modo de escapar del mundo, algunos manifestaron el sueño de migrar hacia zonas rurales para vivir una vida pasiva, otros piensan en una píldora que les ayude a desprenderse de la sociedad y otros piensan en el suicidio.
«Jamieson Webster notó que algunos adolescentes norteamericanos se están oponiendo a la ideología que les presentan sus propios padres», comentó.
El juego emocional entre la polarización de ideologías
La investigadora utilizó el trabajo del psicoanalista británico, Donald Winnicott que analizó el poder de la ira en la socialización. Su idea era que la salud psicológica de la gente está relacionada con la capacidad de manifestar la ira en palabras.
Esto puede verse en el caso de los niños a través del llanto. Las opciones de respuestas son dos: el cuidador puede o no responder a su llamado. Si es ignorado continuamente, el infante aprenderá que su ira no es escuchada.
A partir de esto, la idea que tomó la investigadora desde el psicoanalista es que el sentimiento se puede propagar por el cuerpo. A partir de esto, el niño o niña buscará otras salidas, lo que lo mantendría enojado con frecuencia.
«La ira es un sentimiento complejo, a veces puede llevar a la agresión. Si la ira es articulada en palabras y tomamos un poquito de distancia de la ira, podemos hacer algo productivo de ello», reflexionó la socióloga.