En Congreso Futuro investigador alerta sobre la vulnerabilidad costera de Chile
Tiempo de lectura: 2 minutos «Hoy día la palabra clave creo que es adaptación y planificación, pero para eso tenemos que tener datos y tenemos que tener análisis», indicó el investigador Patricio Catalán respecto a los desafíos que tiene el territorio costero respecto al cambio climático.
Patricio Catalán, ingeniero civil y académico de Obras Civiles de la Universidad Técnica Federico Santa María (USM) y expositor de Congreso Futuro 2025, destaca que la interacción entre el mar y la costa es como una relación de «amantes», con periodos de calma y otros de mayor intensidad. «En el fondo es una relación que pasa por periodos de amor, periodos de odio, de interacciones a veces más fuertes y otras más suaves«, explicó.
El hecho de construir y habitar cerca del mar sin considerar sus fluctuaciones naturales resulta en una vulnerabilidad creciente. Las ciudades costeras deben entender que al «meter los pies en el agua», se enfrentan a la posibilidad de ser «mojados, recibir arena, y eventualmente, ser arrojados por la fuerza del mar«.
¿Cuál es el desafío entonces? Según el investigador, en un proceso de aprendizaje para comprender los impactos que podrían surgir en el futuro.
Ir más allá del borde costero
Los problemas del territorio costero son más profundos y no se limitan al borde marino. La presión sobre el mar podría desplazar la expansión urbana hacia otros ecosistemas sensibles, como riberas de ríos o zonas forestales, aumentando la vulnerabilidad a otros peligros como incendios.
El crecimiento rápido y desordenado genera «heridas» en la interacción con el medio ambiente, por lo que se requiere una planificación que considere la interconexión de los sistemas. «Si trato de tapar el globo con hoyos en una parte va a explotar en otro», advierte el profesor Catalán, haciendo alusión a la necesidad de un enfoque integral.
El mar está cambiando, con alteraciones en los niveles de marea y un aumento en la frecuencia de tormentas. Estos cambios son tanto naturales como influenciados por las actividades humanas, y se manifiestan en una mayor erosión y en la alteración de los patrones de sequía y abastecimiento de agua.
Los desafíos
La preocupación principal de las ciudades costeras debe centrarse en la adaptación y la planificación. Se necesita una gestión del territorio que considere la vulnerabilidad de quienes habitan bajo los 10 metros sobre el nivel del mar. Es necesario repensar la ubicación de las ciudades e industrias y implementar medidas que atenúen los efectos del cambio climático.
«Hoy día la palabra clave creo que es adaptación y planificación, pero para eso tenemos que tener datos y tenemos que tener análisis», enfatizó Catalán. La diversidad geográfica de la costa chilena demanda soluciones locales y un monitoreo más preciso. Gran parte de los estudios se han enfocado a 1 km hacia afuera del litoral y muy poco a los últimos 300 metros de playa, donde el agua rompe y se produce la mayor dinámica del ecosistema.
La falta de atención a estos espacios, con la idea del «mar tranquilo que te baña» se contrapone con la realidad, donde el mar va ganando espacio.