Experimentar desastres naturales podría alterar el sistema nervioso

Segunda jornada del Congreso Futuro 2025, marcada por interesantes conversaciones. Esta vez, fue el turno del profesor en la Universidad de Pensilvania, Michael Platt, quien apuntó a los desastres naturales como un estimulante para el desarrollo de problemas físicos y psicológicos.

En su charla, »¿Cómo el cerebro se adapta a cambios extremos», el académico mostró imágenes de algunos desastres naturales, relacionados directamente con las adversidades que podría sufrir el cerebro humano debido al estrés y al trauma.

Un análisis que se basó en la evidencia recopilada desde el cerebro de los monos concluyó estos factores nocivos en la salud.

¿Qué relación tienen los desastres naturales con el cerebro?

Según la propuesta del investigador, estos fenómenos pueden tener un impacto directo, como las altas temperaturas que repercuten en el organismo, o indirecto, como la ansiedad o angustia que conllevan las pérdidas tanto materiales como humanas.

»Hay datos de la neurociencia que nos dan una idea de lo que está pasando. Estudios de personas que han tenido que resistir un fuego en California en el 2018 y después, los que experimentaron el incendio, tuvieron una hiperactivación de la corteza prefrontal. Eso es indicativo de desafíos con regulación emocional», señaló el especialista.

El investigador buscó entender qué pasa a nivel celular y cerebral que nos permite guiar nuestro comportamiento.

»¿Cuál es el impacto de estos desastres inducidos por el cambio climático en nuestras mentes?», preguntó Platt.

La complejidad del análisis en humanos

Mientras realizaba un estudio, el huracán María golpeó la zona de Puerto Rico, lo que produjo múltiples pérdidas materiales y humanas. A partir de esto, muchos habitantes desarrollaron complejidades de salud mental.

Sin embargo, aplicar un estudio de esta magnitud en humanos sería complejo respecto a la ética y practicidad. Debido a esto, el profesor de la Universidad de Pensilvania decidió evaluar a los macacos, la especie que comparte un 90% del ADN con el gen humano.

Con esto, inició un proyecto aplicado a los animales, que evidenció principalmente el gran daño para la salud debido al trauma al que se expusieron. Además de las consecuencias físicas progresivas que la tormenta dejó.

Siguiendo con la investigación, el equipo tomó muestras de sangre de los animales para secuenciar su ADN y analizar la expresión génica. ¿Cuál fue el resultado? Los genes que inician en una edad avanzada, se inician también cuando hay un desastre natural, esto es, prematuramente. Más aun, descubrieron que los monos envejecieron dos años tras experimentar el huracán, esto gracias al reloj molecular que crearon.

Con el fin de comprobar este análisis, el equipo comparó a otros monos que no vivieron el fenómeno natural y el resultado indicó que algunas áreas del cerebro del mono que experimentó el huracán se agrandaron, algunas de estas zonas componen lo que se llama la red social cerebral.

»Esta es la red que maneja nuestras interacciones entre nosotros al igual que las relaciones a largo plazo», expresó el doctor en antropología biológica.

Cómo el trauma impacta en la conducta social

De acuerdo con algunos resultados, se observó, durante los últimos siete años, que los monos con mayor tendencia a la interacción, tienen más probabilidad de sobrevivir. ¿A qué se debe esto?

La amigabilidad entre esta especie podría deberse a la necesidad afectiva o a la sensación de protección mutua ante alguna amenaza.

En comparación con los humanos, Michael Platt destacó que esto funcionaría similar con los humanos, en el caso de catástrofes, aquellos individuos con un gran número de apoyo tendrá menor probabilidad de consecuencias negativas como depresión u otras adversidades.