Geógrafa chilena crea el primer mapa de bosques de macroalgas
Tiempo de lectura: 3 minutos Alejandra Mora, egresada de la Universidad de Chile mapeó la Macrocystis pyrifera, la especie de alga marina con mayor extensión de la Tierra, y uno de los ecosistemas productivos más biodiversos al actuar como hábitat para varias especies marinas y terrestres.
Alejandra Mora llegó a ser geógrafa sin saber, en un comienzo, lo que ello implicaba y como su pasión era viajar, decidió aplicar a Geografía de la Universidad de Chile, ya que le habían dicho que era una carrera donde “se lee y viaja mucho”.
En sus años formativos, leyó un libro que mencionaba que los bosques de macroalgas en Sudamérica eran las plantas más largas de la tierra. Sin embargo, no fue hasta que leyó “El viaje del Beagle”, de Charles Darwin, que cobró sentido. En la obra, el británico describe que los bosques de huiro son “fantásticos y están llenos de vida”, y que se ubicaban a lo largo del Estrecho de Magallanes y Tierra del Fuego.
Aquello motivó a la geógrafa a investigarlos, ya que sabía que no existía un mapa de los huirales,y que con ello podía ampliar la representación de la biodiversidad de Chile. Sumó a esta tarea su formación en la captura de imágenes satelitales: “Me pareció que todo encajaba perfecto, podía ser una muy bonita investigación”, relata.
Su interés por las imágenes satelitales se relaciona con su afición por el dibujo y la pintura, que se puede ver retratado en sus redes sociales. “Creo que los dibujos y las imágenes satelitales tienen algo de eso mismo, el mensaje a través de lo visual”, comenta.
Un modelo de mapeo replicable
Los huiros son macroalgas pardas que se ubican en las costas rocosas y de aguas frías en todo el planeta y se distribuyen en zonas como América del Norte occidental, Sudáfrica, Australia, Nueva Zelanda y también en la costa del océano Pacífico e islas subantárticas.
Esta iniciativa cobró vida cuando Alejandra Mora empezó un doctorado en Geografía y Medioambiente en la Universidad de Oxford, el que duró cuatro años (2015 – 2019) y terminó con una posterior publicación en la revista Remote Sensing.
Su idea era crear un sistema predictivo que destacara las locaciones de los bosques de algas en el hemisferio sur. “Pero para ejecutarlo había que validarlo, lo que era complicado porque no sabía muy bien cómo llegar a eso”. Gracias a esa dificultad nace el vínculo con el Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de Altas Latitudes (IDEAL) de la Universidad Austral en 2019.
La geógrafa aprendió a bucear mientras estaba estudiando el doctorado en la universidad británica. “A mí me gusta mucho nadar en el mar, pero el buceo es otra cosa distinta, es una actividad muy técnica y uno tiene que aprender a superar ciertos pánicos al principio, porque estás rodeada de agua a mucha profundidad y solo con un tanque de oxígeno que te mantiene viva”, señala.
La investigación contempló lugares como Maitencillo, Niebla, y canales y fiordos patagónicos en el Estrecho de Magallanes, Canal Beagle, Isla Magdalena y las Malvinas. “Con eso logramos ver que mi modelo de mapeo funcionaba muy bien en muchos lugares y que podía ser replicado en otros lugares del mundo”, destaca.
Uno de los hallazgos más significativos de este trabajo es la conservación de estas algas submarinas desde hace 200 años, hecho que se remonta a la expedición que hizo el biólogo Charles Darwin a la Patagonia chilena y argentina para observar sus especies terrestres y marinas. Pese al cambio climático y al aumento de la temperatura del mar en diversas zonas del planeta, en la Patagonia el deshielo de los glaciares, en este caso el Stoppani, permite que los bosques de huiro estén en condiciones favorables.
El descubrimiento, gracias a la creación del primer mapa de distribución de la especie Macrocystis pyrifera, permitió que destacados investigadores en ecología de macroalgas de diferentes partes del mundo se interesarán y realizarán estudios del tema.
Sin embargo, Mora menciona que en nuestro país, lamentablemente, la explotación de los huirales es un hecho que está ocurriendo muy fuertemente en el norte y centro de Chile, porque tiene un componente gelatinoso llamado “alginato”, el cual es extraído para producir cremas para la cara, quesos, helados, etc. Este hecho preocupa de sobremanera porque puede tener consecuencias directas en la mantención del ecosistema y la biodiversidad de las especies marinas, así como de otras que conviven de forma directa o indirecta con estas macroalgas.
Fuente: Universidad de Chile