Hallan una cicatriz metálica en una estrella caníbal
Tiempo de lectura: 2 minutos Utilizando el VLT del ESO, investigadores detectaron por primera vez una cicatriz metálica en una enana blanca, proveniente de la absorción de un fragmento planetario. Además lograron revelar el papel clave del campo magnético estelar en este proceso.
Cuando una estrella como nuestro Sol llega al final de su vida, puede “tragarse” los planetas circundantes y los asteroides que nacieron con ella.
Ahora, un equipo de investigación, utilizando el Very Large Telescope (VLT) del Observatorio Europeo Austral (ESO), en Chile, ha detectado, por primera vez, una firma única de este proceso: una cicatriz impresa en la superficie de una estrella enana blanca. Los resultados se publican en The Astrophysical Journal Letters.
«Se sabe que algunas enanas blancas (los restos ardientes de estrellas como nuestro Sol que se van enfriando lentamente) canibalizan partes de sus sistemas planetarios. Ahora hemos descubierto que el campo magnético de la estrella juega un papel clave en este proceso, dejando una cicatriz en la superficie de la enana blanca«, afirma Stefano Bagnulo, astrónomo del Observatorio y Planetario de Armagh, en Irlanda del Norte (Reino Unido) y autor principal del estudio.
La cicatriz que el equipo observó es una concentración de metales impresa en la superficie de la enana blanca WD 0816-310, el remanente del tamaño de la Tierra de una estrella similar, pero algo más grande que nuestro Sol.
«Hemos demostrado que estos metales se originan a partir de un fragmento planetario tan grande o posiblemente más grande que Vesta, que tiene unos 500 kilómetros de diámetro y es el segundo asteroide más grande del Sistema Solar», declara Jay Farihi, profesor del University College de Londres (Reino Unido) y coautor del estudio.
Las observaciones también proporcionaron pistas sobre cómo se formó esa cicatriz metálica en la estrella.
El equipo descubrió que la fuerza en la señal que detectaba los metales cambiaba a medida que la estrella giraba, lo cual sugiere que los metales, en lugar de extenderse uniformemente, se concentran en un área específica de la superficie de la enana blanca.
También descubrieron que estos cambios estaban sincronizados con cambios en el campo magnético de la enana blanca, lo que indica que esta cicatriz metálica se encuentra en uno de sus polos magnéticos.
Este estudio único también muestra cómo los sistemas planetarios pueden permanecer dinámicamente activos, incluso después de su «muerte».
Fuente: ESO