Cóndores vuelan sobre los 4.500 metros y viajan más de 600 km
Tiempo de lectura: 2 minutos Un análisis hecho por entidades que realizan rehabilitación y liberación de estas emblemáticas aves, muestra sus desplazamientos y hábitos a lo largo del país, así como los principales desafíos que enfrenta la especie emblemática cordillerana.
Un estudio impulsado por la Fundación MERI y la Unión de Ornitólogos de Chile, a través del proyecto Manku, arroja luz sobre el misterioso comportamiento de los emblemáticos cóndores, develando información sin precedentes. El análisis, auspiciado por la Filantropía Cortés Solari, revela detalles asombrosos acerca de la altura de vuelo, los itinerarios habituales y las zonas de alimentación de estas majestuosas aves.
Los datos recopilados proceden del monitoreo y seguimiento satelital de un grupo de siete cóndores, compuesto tanto por machos como hembras, liberados a partir de 2019 tras su nacimiento en cautiverio o su rehabilitación. Eluney, Maipo, Wilka, C36, C37, fueron reintegrados en la Reserva Elemental Likandes, un parque natural en San José de Maipo, mientras que Pumalín y Liquiñe encontraron su nuevo hogar en la Patagonia.
Eduardo Pavez, líder del proyecto Manku, resalta la importancia de este estudio al afirmar: «Este análisis confirma el éxito de nuestras reintroducciones y demuestra que, dependiendo de la ubicación geográfica, los grupos de cóndores exhiben comportamientos únicos«.
El seguimiento de estos cóndores, realizado a través de dispositivos satelitales instalados en sus alas, ha revelado que el grupo liberado en la zona central de Chile recorre distancias impresionantes, que abarcan desde la Región de Valparaíso hasta la Región del Biobío, principalmente sobre la Cordillera de los Andes.
Vuelos sobre praderas
Esto equivale a aproximadamente 600 kilómetros de norte a sur, trayectos que completan durante varios días en busca de alimento. Estos datos indican que gran parte de su tiempo lo pasan sobrevolando praderas y matorrales, con incursiones esporádicas en la cordillera argentina antes de regresar a Chile.
Por otro lado, los cóndores liberados en la Patagonia realizan recorridos de menor extensión, que oscilan entre 100 y 150 kilómetros. Esta disparidad se debe, en parte, a la abundancia de carroña en las regiones australes, gracias a la gran cantidad de ganado y guanacos.
En lo que respecta a las altitudes de vuelo, uno de los cóndores de la zona central alcanzó una altitud máxima de 4.510 metros, con una altura promedio de alrededor de 2.000 metros. En cambio, las aves monitoreadas en la Patagonia mantienen altitudes promedio de alrededor de 700 metros. La diferencia se explica por las altas cumbres de la zona central en contraste con las cordilleras y estepas que frecuentan los cóndores en la Patagonia.
Rellenos sanitarios
Este estudio también abordó el uso de los rellenos sanitarios como fuente de alimento en la zona central de Chile. Algunos cóndores liberados los visitan de forma regular, especialmente en invierno, cuando la comida escasea en la cordillera. Esta situación plantea preocupaciones debido al riesgo de intoxicación que conlleva esta fuente de alimento. En la Región Metropolitana, los rellenos más visitados incluyen Loma Los Colorados, Santa Marta y Santiago Poniente, mientras que en la Región de O’Higgins, el sitio preferido es La Yesca.
Sonia Español, directora ejecutiva de la Fundación MERI, subraya un patrón revelador en el comportamiento de los cóndores, relacionándolo con la expansión urbana: «A mayor crecimiento de las ciudades, los cóndores se ven forzados a desplazarse más para encontrar alimento, y en el peor de los casos, terminan en vertederos».
La Presidenta Ejecutiva de Filantropía Cortés Solari, Francisca Cortés Solari, refuerza la importancia de sensibilizar a la comunidad acerca de la preservación de esta emblemática especie chilena y su hábitat: «Este estudio es un esfuerzo inigualable para evaluar el estado de los cóndores de Chile ya que son un indicador clave de lo que está ocurriendo en nuestro entorno en el cordón cordillerano, y debemos prestar atención a su mensaje».
Fuente: Fundación Meri y Unión de Ornitólogos de Chile